GUERRA ESMERALDERA EN LA CAPITAL

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Asesinan a otro empresario en restaurante exclusivo

En plena hora del almuerzo, en la terraza de un restaurante exclusivo del norte de Bogotá, la violencia irrumpió sin aviso. Jaime Murcia Pinzón, un empresario de 40 años, fue asesinado de varios disparos en la cabeza mientras descansaba en una de las mesas del local, desde donde observaba su camioneta Mercedes Benz AMG GLE blanca, parqueada a pocos metros. El crimen ocurrió el jueves 5 de junio y ha dejado perplejos tanto a los comensales que presenciaron el ataque como a las autoridades, que investigan el trasfondo de este homicidio.

¿Quién era Jaime Murcia?

Aunque para muchos era un empresario más del norte de la ciudad, Murcia Pinzón tenía un pasado complejo. Registraba una anotación judicial relacionada con falsedad documental en la homologación de su licencia de piloto, un proceso que, según allegados, él realizó de buena fe y por el cual recibió beneficios judiciales de la Fiscalía. Fue formado como piloto en Estados Unidos, pero las horas de vuelo que intentó legalizar en Colombia terminaron vinculándolo a una empresa que actuó de forma ilegal.

Además de su pasado judicial, a Murcia se le relacionaba familiarmente con el gremio de los esmeralderos de Boyacá, aunque fuentes cercanas aseguran que su familia se había retirado de ese mundo hacía varias décadas. “No tenía amenazas y no sabíamos que tuviera enemigos. Todo esto nos tomó por sorpresa”, indicó una fuente cercana a la familia, mientras en Boyacá se activaban las alertas ante la posibilidad de una escalada de violencia.

Empresas y contratos estatales

Murcia Pinzón figuraba como representante de Murcia Construcciones SAS, una empresa que había firmado contratos con el Ejército Nacional para suministros de obras en el Meta. También aparecía vinculado a Delaware Group INC, una sociedad panameña. Aunque la Fiscalía no ha revelado móviles ni hipótesis oficiales, el perfil del empresario, sumado a su entorno, despierta suspicacias.

Lo que está claro es que el crimen no fue aleatorio. Fue un acto calculado, ejecutado en un lugar de alta visibilidad y en una zona custodiada, lo que eleva aún más el nivel de inquietud entre las autoridades y quienes conocían al empresario.


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