En el primer ataque murieron 13 policías y 4 más resultaron gravemente heridos. Fueron embestidos con ráfagas de fusil y drones con explosivos cuando llegaban a apoyar a otro grupo de uniformados que estaban en una jornada de erradicación manual de cultivos ilícitos de hoja de coca.
En el segundo atentado, en la ciudad de Cali, murieron 6 personas y más de 70 resultaron heridas tras la explosión de varios cilindros-bomba lazados en inmediaciones de la base aérea Marcos Fidel Suárez.
La población civil fue la más afectada. Y en el lugar se vivieron escenas de pánico y terror en medio de la evacuación de los muertos y heridos y la devastación de viviendas, locales comerciales y decenas de vehículos.
“El golpe a la población de Cali indudablemente es profundo, es brutal, es de terror”, afirmó el presidente Gustavo Petro en la madrugada de este viernes, al término de un Consejo Extraordinario de Seguridad en Cali con la cúpula militar y las autoridades civiles en la zona.
En ambos casos las escenas revivieron las peores épocas del narcoterrorismo de la década de los años 80 y 90, que muchos colombianos ya creían superadas.
“Me duele el corazón y el alma. Pero esto solo nos compromete aun mas para seguir enfrentando a estos grupos criminales”, afirmó este viernes en declaraciones a medios locales el general Carlos Fernando Triana, director de la Policía de Colombia, al reiterar su pesar a las familias de los uniformados muertos y heridos en el atentado del jueves contra un helicóptero de la institución en Amalfi, Antioquia, suroeste del país.




