Golpe desde las sombras

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El conflicto entre Rusia y Ucrania acaba de escalar a un nuevo nivel. En un ataque coordinado y sorpresivo, comandos ucranianos lograron infiltrarse en territorio ruso y lanzar una ofensiva con decenas de drones armados contra cuatro bases aéreas estratégicas, dejando fuera de combate a una parte clave de la aviación militar del Kremlin: sus bombarderos de largo alcance.

El ataque, realizado el 1 de junio, ha sido descrito por fuentes ucranianas como una operación quirúrgica “de alta precisión”, y por analistas internacionales como uno de los mayores reveses a la fuerza aérea rusa desde el inicio de la guerra.

“Rusia sufrió pérdidas significativas, justificadas y completamente merecidas”, declaró el presidente Volodymyr Zelensky, quien elogió el trabajo de sus servicios de inteligencia. Según él, esta acción “terminará en los libros de historia”.

¿Qué tan grave es el daño para Rusia?

Aunque aún no hay cifras oficiales confirmadas por Moscú, fuentes ucranianas, blogueros prorrusos y analistas independientes coinciden en que varios bombarderos fueron total o parcialmente destruidos. Estos aviones no solo representan una capacidad de ataque estratégico, sino también un símbolo del poder militar ruso heredado de la era soviética.

La pérdida de estos aparatos supone una reducción inmediata en la capacidad de Rusia para llevar a cabo bombardeos de largo alcance contra infraestructuras ucranianas. Algunos expertos ya hablan de una “merma crítica” en su capacidad ofensiva aérea.

Un ataque que rompe esquemas

La operación se suma a una serie de acciones osadas por parte de Ucrania: la incursión en la región rusa de Kursk, el hundimiento del buque Moskva, los ataques a refinerías de petróleo y la explosión del puente de Crimea. Pero esta ofensiva aérea tiene un peso especial: lleva la guerra al corazón del aparato militar ruso y demuestra una capacidad operativa que sigue desafiando los pronósticos.

La destrucción de estos bombarderos no solo es un revés táctico. También es un golpe psicológico para Moscú, que enfrenta cada vez más dificultades para proteger su propio territorio de ataques ucranianos no convencionales.

A medida que Ucrania intensifica sus operaciones más allá de la línea del frente, el equilibrio estratégico sigue cambiando. Y aunque Rusia aún conserva una fuerza aérea poderosa, este ataque marca un antes y un después en el campo de batalla invisible donde inteligencia, precisión y audacia definen el rumbo de la guerra.


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