Getafe firmó una de sus jornadas más triste de la temporada tras perder 0-1 ante el Real Madrid en un partido que, más allá del resultado, dejó cifras preocupantes y una sensación de impotencia en el terreno de juego. El conjunto azulón terminó el encuentro con dos expulsados, sin remates al arco y con una posesión mínima del balón.
Las estadísticas reflejan de forma contundente la pobre actuación del equipo local. Getafe solo tuvo el 25% de la posesión, completó 123 pases con una precisión del 73% y no logró conectar ni un solo disparo que pusiera en aprietos al portero rival. Un equipo que no genera peligro difícilmente puede aspirar a sumar, y este partido fue una clara muestra de eso.
A pesar de la entrega física, que se evidenció en las 25 faltas cometidas, Getafe mostró poco criterio con el balón. La ausencia de ideas ofensivas fue notoria, y la dependencia de balones largos o jugadas individuales no fue suficiente para desequilibrar a un rival que dominó todas las fases del juego. El único tiro de esquina generado en todo el partido confirma la escasa presencia ofensiva en campo contrario.
Las expulsiones terminaron por condenar cualquier intento de reacción. Primero, Allan Nyom vio la tarjeta roja directa al minuto 77 por una entrada fuerte. Luego, Álex Sáncris fue expulsado al 84’, dejando al equipo con nueve jugadores. Esta doble desventaja numérica rompió la estructura defensiva y facilitó que el gol visitante llegara poco después.
Los errores no fueron solo individuales. Colectivamente, Getafe se vio superado en todos los sectores del campo. Solo remataron seis veces —ninguna al arco— y fueron constantemente empujados hacia su propio campo. El equipo rival ejecutó 561 pases (por apenas 123 de Getafe) con una precisión del 91%, lo que revela que el equipo azulón no logró disputar la posesión ni incomodar en la circulación.
En cuanto al aspecto disciplinario, las cifras también hablan del descontrol emocional: 3 tarjetas amarillas y 2 rojas, en un partido donde la tensión superó la táctica. El equipo pareció perder la cabeza en el tramo final, lo que impidió incluso un cierre digno frente a su afición, que terminó entre la decepción y la incredulidad.
Con este resultado, Getafe no solo perdió tres puntos importantes, sino que se evidenciaron falencias profundas en generación de juego, control del ritmo y comportamiento en momentos clave. La falta de reacción y la impotencia táctica hacen de esta derrota un llamado de atención urgente para un equipo que necesita reencontrarse con su competitividad antes de que sea demasiado tarde.
