La administración del alcalde Víctor Ramón Salazar presentó como un logro la reciente jornada de lavado y desinfección en la plaza de mercado de Campoalegre, realizada con el apoyo de la Dirección Técnica, EMAC S.A. E.S.P., el Cuerpo de Bomberos Voluntarios y los comerciantes del sector. La actividad, difundida como un avance en salubridad y seguridad, busca proyectar una imagen de compromiso con los compradores y vendedores que a diario circulan por el corazón comercial del municipio.
Realidad
Sin embargo, detrás del brillo de los pisos recién lavados, la polémica no se hace esperar. Para muchos, la limpieza es apenas un paliativo frente a los graves problemas que arrastra la plaza: techos en mal estado, zonas de desagüe colapsadas, falta de modernización en la infraestructura y carencia de controles efectivos sobre el manejo de basuras.
El alcalde ha insistido en que este tipo de jornadas hacen parte de una estrategia integral para mejorar la calidad de vida de la comunidad y reforzar la confianza en el espacio público. No obstante, líderes sociales y comerciantes coinciden en que la intervención, aunque necesaria, resulta insuficiente y no responde al clamor de fondo: una plaza de mercado digna, moderna y segura que deje de ser epicentro de improvisaciones.
Falta un plan estructural
La cifra de recursos invertidos en este tipo de acciones no ha sido claramente divulgada, lo que incrementa las sospechas de que la estrategia de comunicación de la administración se centra más en la foto del día que en la planeación a largo plazo. “Lavan hoy, pero mañana volvemos a lo mismo: malos olores, basuras acumuladas y riesgo de plagas”, expresó un comerciante inconforme, que teme represalias por sus críticas.
Desde sectores de oposición en el Concejo se ha cuestionado que, mientras se promueven estas jornadas mediáticas, no se presenta un plan serio de inversión en infraestructura. La plaza, considerada un símbolo económico de Campoalegre, sigue sin una hoja de ruta clara para su modernización, lo que deja al descubierto una brecha entre las necesidades reales y las acciones institucionales.
El riesgo político para el mandatario radica en que la comunidad perciba la gestión como superficial. En tiempos donde la transparencia y la planeación son cada vez más exigidas, la apuesta por limpiar paredes y pasillos sin resolver lo estructural puede volverse en contra de la imagen de la Alcaldía.
