En el corazón de Pasto, la Fundación Amparo San José ha sido, durante 76 años, un faro de esperanza para los adultos mayores que enfrentan la soledad, el abandono o la falta de recursos. Fundada con el propósito de brindar un hogar digno a quienes ya han recorrido un largo camino, esta institución se ha convertido en un símbolo de solidaridad y compromiso social en la región.
Su gerente, Juan Carlos Barragán, conoce de cerca cada reto y cada historia. “La misión de trabajar por los adultos mayores no es fácil. Hemos durado 76 años, y cada día nos enfrentamos a nuevos desafíos, pero también a nuevas razones para continuar. Los abuelitos que viven aquí no solo reciben atención, reciben amor, compañía y respeto”, expresa con firmeza.
Espacios
En la fundación, los días comienzan con saludos cálidos y un desayuno balanceado. Luego, los abuelitos participan en actividades recreativas, terapias ocupacionales y espacios de socialización que les permiten mantenerse activos física y emocionalmente. También cuentan con atención médica, seguimiento nutricional y apoyo psicológico, gracias al esfuerzo de un equipo humano comprometido y al apoyo de voluntarios.
Barragán reconoce que sostener esta labor es un reto constante. “Contamos con la colaboración de la comunidad, de algunas EPS y de donantes particulares, pero los ingresos nunca son suficientes para cubrir todas las necesidades. Alimentación, medicamentos, mantenimiento de las instalaciones… cada peso cuenta. Por eso invitamos a más personas y empresas a unirse a esta causa”.
Experiencias
Las historias dentro de la fundación son tan diversas como inspiradoras. Está doña Mercedes, de 87 años, que llegó sin familia pero ahora se siente parte de una gran comunidad; o don Héctor, que en sus ratos libres toca el tiple y alegra las tardes de sus compañeros. Son vidas llenas de experiencias que encuentran aquí un espacio donde ser escuchadas y valoradas.
La Fundación Amparo San José no solo ofrece un techo, sino un ambiente donde los adultos mayores recuperan la ilusión. En palabras de Barragán: “Nuestros abuelitos han dado toda su vida a la sociedad. Ahora nos toca a nosotros devolverles un poco de ese cariño y cuidarlos como se merecen. Cada abrazo, cada conversación y cada gesto de atención son tan importantes como el pan de cada día”. A pesar de las dificultades económicas, el espíritu de esta institución se mantiene firme. El compromiso, el amor y la solidaridad continúan siendo la base de un trabajo que ha resistido el paso del tiempo, y que, como espera su gerente, seguirá abrazando generaciones de abuelitos en los años por venir.



