El cuerpo de Diego Pablo Rodríguez, un joven de 19 años que prestaba su servicio militar obligatorio en la Policía Nacional en el municipio de Calamar, Guaviare, fue hallado con un disparo en el pecho dentro de las instalaciones policiales, y aunque inicialmente se habló de un suicidio, las inconsistencias en la información y el cambio constante en las versiones oficiales han dejado más preguntas que respuestas. Marcela Rodríguez, madre del joven, asegura que su hijo no mostraba ningún signo de depresión ni angustia emocional. «Era un muchacho alegre, lleno de vida. Hablábamos todos los días. Jamás dio señales de que algo estuviera mal», relató la mujer, completamente devastada.
Versiones
Según las primeras comunicaciones oficiales, el joven habría atentado contra su vida, pero esa versión fue rápidamente cuestionada por su familia. Posteriormente, surgió una nueva hipótesis: que Diego fue asesinado por un compañero mientras dormía en el dormitorio de la estación. De acuerdo con la madre, le dijeron que el disparo ocurrió en un espacio donde no debería haber armas y que presuntamente el autor del disparo habría huido del lugar tras lo ocurrido.
En horas de la tarde, las autoridades le informaron sobre la captura de un sospechoso, aunque no dieron mayores detalles sobre su identidad ni sobre las circunstancias del hecho. “Primero dijeron que fue a las 10:30 de la noche, luego entre las 12 y las 2 de la mañana. Me dicen que fue un suicidio, luego que no, que fue un compañero. No hay claridad en nada”, manifestó Marcela Rodríguez, quien también denuncia que hasta ahora ni siquiera hay una hora exacta de muerte confirmada por Medicina Legal.
Exigen justicia
Para la familia Rodríguez, lo más doloroso ha sido la falta de información precisa y la manera confusa en que se ha manejado el caso por parte de la Policía Nacional. “Nosotros entregamos a nuestro hijo con vida y nos lo devuelven en un ataúd. No podemos aceptar que este caso quede en el silencio, como si nada hubiera pasado”, expresó la madre. Además, rechaza que se trate de señalar a cualquier persona sin pruebas claras, y exige que no se utilicen “versiones de conveniencia” para calmar el escándalo. “Yo solo quiero saber qué pasó realmente con mi hijo, si fue un compañero, si hubo otra persona implicada, pero que se sepa la verdad. Mi hijo no se merecía esto”, agregó.
Por ahora, una comisión especial de la Policía investiga los hechos en Calamar, pero el caso ha generado un malestar entre la ciudadanía, que reclama respuestas urgentes. La familia de Diego espera que este no sea un caso más archivado sin justicia, y que se esclarezcan todos los detalles para que su muerte no quede impune.



