El presidente alemán Frank-Walter Steinmeier fue reelegido este domingo para un segundo mandato de cinco años por la Asamblea Federal, órgano constitucional de Alemania cuya única función es elegir al jefe del Estado. Steinmeier se aseguró la reelección por mayoría absoluta en la primera votación.
Contaba con el apoyo de los tres partidos de la coalición de gobierno -socialdemócrata, verde y liberales- y del bloque conservador, formado por la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera. Esto dejó sin opciones a otros candidatos y se presentaron tres más, propuestos, entre otros, por la populista Alternativa para Alemania (AfD) y Die Linke (La Izquierda).
Steinmeier se ha ganado el respeto de las fuerzas políticas en los cinco años que lleva en el cargo y goza de un amplio grado de aceptación social. Su principal activo es su empatía y su capacidad para encontrar las palabras adecuadas en las situaciones más complejas. Aunque sus funciones son más protocolarias que ejecutivas, Steinmeier no se ha visto envuelto en escándalos ni ha herido sensibilidades. Su experiencia política, como ministro de Asuntos Exteriores y posteriormente como ministro de Asuntos Exteriores, le da un bagaje y un conocimiento de la actualidad internacional que queda patente en cada uno de sus discursos y viajes al extranjero.
Por eso sus primeras palabras fueron para Rusia, país al que culpó de la amenaza de guerra. «Sólo puedo advertir al presidente Vladimir Putin: no subestime la fuerza de la democracia», dijo Steinmeier, para quien «la paz no se puede dar por sentada, que hay que trabajar por ella una y otra vez, con diálogo, pero si es necesario también con claridad, con disuasión». Sus referencias a la crisis de Ucrania se producen en vísperas del viaje del canciller Olaf Scholz a Kiev y Moscú el lunes, como parte de los esfuerzos diplomáticos para evitar una invasión.
Steinmeier se reafirma como figura de consenso. Aunque renunció a su afiliación política al asumir el cargo, sigue siendo una figura destacada del Partido Socialdemócrata. Su puesto podría haber sido reclamado por los Verdes, segunda fuerza del gobierno tripartito, e incluso la oposición conservadora podría haber torpedeado su reelección presentando un contracandidato. Todos evitaron aportar inestabilidad y tensión a una sociedad a la que cada vez le cuesta más digerir los efectos de la pandemia.
Como dijo la presidenta del Parlamento, Bärbel Blas, en su discurso de bienvenida a los miembros de la Asamblea Federal. «La reconciliación entre personas con puntos de vista diferentes parece imposible. El estado de ánimo en el país, en las familias y entre los amigos se resiente por ello, y no hay vacuna contra ello», subrayó, pidiendo respeto y buena actitud hacia las formas de pensar de los demás.
La votación, por celebrarse en plena pandemia, fue atípica. La Asamblea Federal está formada por los miembros del Bundestag y el número equivalente de representantes de los estados federados, personalidades y miembros de la sociedad civil. Dado que el Bundestag llegó a tener 736 miembros en las últimas elecciones, en la elección del presidente participaron 1.472 delegados, una cifra muy superior a la capacidad que puede albergar el salón de plenos del Reichstag con las medidas de seguridad de Covid.
Por esta razón, por primera vez en la historia de la República Federal, los miembros de la Asamblea Federal se distribuyeron en diferentes zonas de un edificio cercano y tuvieron que seguir los procedimientos a través de monitores. De los 1.425 votos válidos emitidos, 1.045 fueron para Steinmeier, un resultado abrumador que refleja el amplio apoyo del Presidente en la sociedad. Junto a parlamentarios y personalidades conocidas como la ex canciller Angela Merkel y los descubridores de la vacuna Covid, estaban llamados a votar actores, deportistas, enfermeros, sindicalistas, médicos, peluqueros y autónomos, entre otros.




