FORTUNAS ENTRE SOMBRAS

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La concejal Aura Galeano y su esposo Christian Reyes son señalados por corrupción estatal.

El ascenso político y económico de la concejal Aura Galeano y su esposo Christian Camilo Reyes Palma ha despertado fuertes sospechas en Ibagué. Ambos, antes líderes comunitarios en Alvarado, pasaron de modestos voluntarios políticos a aparentes empresarios de éxito vinculados con millonarios contratos públicos. Todo comenzó cuando Reyes, exconcejal del municipio entre 2016 y 2019, vio en la política una oportunidad para escalar económicamente.

Tras perder su investidura por inhabilidades, Reyes fundó varias empresas para contratar con entidades públicas. Luego impulsó la carrera de su pareja, hoy concejal, heredándole contactos y poder. Las alarmas se encendieron con Servitroal S.A.S., compañía señalada de ser una fachada para desviar recursos de la Alcaldía de Ibagué. La empresa, sin empleados ni estructura, obtuvo contratos con el IBAL, la USI y el IMDRI, sumando más de $1.700 millones en tan solo cinco meses.

Fuentes del interior de las dependencias aseguran que “esa empresa es de la concejal Aura Galeano, por eso el número de contratos y los montos”. A pesar de las denuncias, el silencio reina en el Concejo Municipal. “¿Por qué cree que no hacen debates? Todos tienen negocios”, dijo otra fuente que pidió reserva

El vínculo con el exalcalde Andrés Hurtado es otro punto clave. Tras abandonar el barretismo, la pareja se alineó con el grupo político del exmandatario, obteniendo beneficios contractuales y respaldo político. Hurtado incluso presentó públicamente a Reyes como su coordinador en el norte del Tolima, reforzando una alianza que hoy parece rendir grandes frutos.

Mientras tanto, el patrimonio de la familia Reyes Galeano sigue creciendo. La adquisición de una camioneta Toyota Land Cruiser blindada, registrada en septiembre de 2025, confirma un estilo de vida alejado de sus modestos inicios.

La investigación, realizada por el medio EL OLFATO, ha revelado una red de contratación que involucra poder político, empresas de papel y posibles conflictos de interés dentro de la administración local. Pese a los cuestionamientos, ni la concejal ni su esposo han dado declaraciones públicas.

El silencio, la prosperidad repentina y los vínculos con el poder local hacen de esta historia un símbolo de cómo la política en Ibagué continúa siendo terreno fértil para el enriquecimiento rápido y la impunidad institucional.


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