Fortaleciendo identidad y cultura ancestral

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En un ambiente de compromiso y hermandad, se llevó a cabo un significativo encuentro de “Semillas de Identidad y Autoridad” en la zona Diez de la Baja Bota Caucana, un evento que reunió a comunidades de distintos territorios con el propósito de fortalecer el tejido organizativo, político y cultural de las nuevas generaciones.

La jornada contó con la activa participación de instituciones educativas, incluyendo escuelas y colegios del sector, así como autoridades tradicionales, la Guardia Indígena, dinamizadores comunitarios, padres, madres de familia y líderes territoriales. Este espacio fue concebido como una oportunidad para continuar consolidando el semillero de identidad, desde donde se orienta a niñas, niños y jóvenes en el camino de la organización, la resistencia y la pervivencia cultural.

El encuentro giró en torno a la enseñanza de los principios del proceso político organizativo, promoviendo la comprensión de valores como el respeto por la unidad, la tierra, la cultura y la autonomía, pilares de la plataforma de lucha de los pueblos indígenas. A través de talleres, diálogos colectivos, actividades simbólicas y espacios de integración, los participantes reflexionaron sobre la importancia de caminar la palabra, cuidar los saberes ancestrales y asumir con responsabilidad el legado de sus mayores.

Las autoridades tradicionales y educadores resaltaron la importancia de estos escenarios para formar a los futuros líderes y lideresas de los territorios, afirmando que la identidad no solo se hereda, sino que también se construye desde la práctica, el pensamiento crítico y el amor por la comunidad.

Este encuentro reafirma, una vez más, el firme compromiso de las comunidades de la Baja Bota Caucana con la defensa integral de sus raíces y la construcción colectiva de un proyecto de vida propio. A través del fortalecimiento de la educación propia, el acompañamiento a los procesos del gobierno indígena y la defensa activa del territorio ancestral, las autoridades, familias y educadores continúan sembrando en las nuevas generaciones las semillas de una cultura viva, tejida desde la palabra, la práctica y la memoria.

Esta cultura, profundamente arraigada en la tierra y en los saberes de los mayores, se mantiene resistente frente a las amenazas externas y en permanente construcción, gracias al espíritu colectivo, al trabajo comunitario y al amor por la autonomía. Así, las niñas, niños y jóvenes aprenden a caminar su historia, a valorar su identidad y a proyectar un futuro con dignidad, respeto y pertenencia.

Pie de página: Eduardo Chindoy, dirigente.


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