Flores en la gastronomía: de la tradición a la innovación

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En Colombia, la relación con las flores va mucho más allá de la belleza y la decoración. Además de ser un motor económico y un símbolo cultural, las flores también han encontrado un espacio en la mesa. Desde recetas ancestrales hasta creaciones de alta cocina, los pétalos y brotes forman parte de la identidad culinaria del país. Este fenómeno combina tradición, creatividad y un toque de sofisticación que conquista tanto a locales como a visitantes. Así como es habitual sorprender a un ser querido con ramos de rosas, hoy también es posible hacerlo con un plato adornado con pétalos comestibles que despiertan los sentidos.

Herencia y tradición

Los pueblos indígenas ya utilizaban flores en infusiones, remedios y preparaciones simbólicas. Bebidas con pétalos de rosa o de jazmín eran comunes en rituales de sanación, mientras que flores como la caléndula se incorporaban en guisos para dar color y energía. Estas prácticas no solo tenían un fin culinario, sino también espiritual, pues cada flor transmitía un significado ligado a la naturaleza y a la comunidad.

Flores en la mesa cotidiana

En la actualidad, es cada vez más común encontrar flores en ensaladas, postres y bebidas artesanales. Las violetas y pensamientos aportan un toque dulce y delicado, mientras que la nasturtium añade un sabor ligeramente picante a los platos. Los chefs locales destacan que la incorporación de flores no solo embellece las recetas, sino que también amplía la paleta de sabores y aromas disponibles en la cocina colombiana.

Innovación en la alta cocina

Restaurantes de vanguardia han llevado este recurso más allá de lo estético. Platos con espuma de lavanda, ceviches con pétalos de caléndula o chocolates rellenos con esencia de rosas son ejemplos de cómo la gastronomía se reinventa. El uso de flores conecta la cocina con la naturaleza, recordando al comensal que cada bocado puede ser también una experiencia sensorial y cultural.

Conclusión

Las flores en la gastronomía colombiana son un puente entre pasado y futuro. De la tradición indígena a la innovación culinaria, los pétalos se consolidan como ingredientes capaces de sorprender, emocionar y transmitir identidad. Comer flores ya no es solo una curiosidad, sino una forma de celebrar la riqueza cultural del país a través del sabor y la creatividad.


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