Dos estudiantes de Pensilvania desarrollaron un innovador filtro para tubos de escape capaz de transformar las emisiones contaminantes en oxígeno. Su propuesta, basada en un sistema biológico con microalgas, agua y luz, promete reducir más del 74% del CO₂ emitido por los vehículos, un avance que podría revolucionar la lucha contra la contaminación urbana.
Un invento que aprovecha el poder de las microalgas
El proyecto nació como una propuesta escolar, pero rápidamente llamó la atención por su potencial ambiental. Los jóvenes diseñaron un dispositivo que se instala en el tubo de escape y utiliza microalgas para capturar el dióxido de carbono expulsado por el motor.
Las microalgas, al entrar en contacto con luz y agua, realizan fotosíntesis. En ese proceso absorben CO₂ y liberan oxígeno, convirtiéndose en una alternativa limpia y completamente renovable frente a los filtros tradicionales.
Cómo funciona el sistema paso a paso
Para que el filtro se mantenga activo, desarrollaron un pequeño circuito de iluminación interna que alimenta a las microalgas incluso cuando el vehículo está estacionado. El sistema funciona así:
- Captura del CO₂: los gases entran directamente al módulo.
- Cámara con microalgas: las algas absorben el dióxido de carbono y otros compuestos.
- Fotosíntesis acelerada: la luz y el agua favorecen que el proceso sea constante.
- Salida de aire más limpio: parte del CO₂ se transforma en oxígeno y se libera nuevamente al ambiente.
Este enfoque combina biotecnología y sostenibilidad en un formato compacto, económico y fácil de instalar.
Un avance con impacto global
El invento no solo reduce drásticamente las emisiones directas, sino que podría complementar los esfuerzos por descarbonizar el transporte mientras los vehículos eléctricos continúan expandiéndose.
Según las pruebas iniciales, el sistema logra disminuir hasta el 74% del dióxido de carbono expulsado por los automóviles, una cifra que marca un antes y un después en tecnologías de captura a pequeña escala.
Interés de universidades y laboratorios
Varias instituciones académicas ya mostraron interés en apoyar a los jóvenes y optimizar el prototipo para futuras pruebas en condiciones reales de tráfico. Los estudiantes esperan que, con la ayuda adecuada, su invento llegue al mercado y se convierta en una herramienta cotidiana para reducir la contaminación en ciudades de todo el mundo.
Un ejemplo de innovación juvenil
Este desarrollo demuestra cómo la creatividad estudiantil puede proponer soluciones reales a desafíos globales. Con su filtro ecológico, estos adolescentes no solo plantean una alternativa viable para disminuir emisiones, sino que también inspiran a nuevas generaciones a pensar en grande y actuar por el planeta.



