Fachada sin beneficios reales ni soluciones concretas.

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La instalación permanente del Puesto de Mando Unificado (PMU) en Tunja, liderada por el alcalde Mikhail Krasnov, ha generado más críticas que esperanzas entre los habitantes de la ciudad. Aunque fue presentado como una estrategia innovadora para coordinar acciones durante manifestaciones y mejorar la movilidad, para muchos tunjanos este espacio no ha traído beneficios tangibles y se percibe como un instrumento político más que una herramienta efectiva de gestión.

El PMU, que debería servir como un centro de operaciones para responder de manera inmediata a las necesidades de la ciudad, ha caído bajo el escrutinio público debido a la falta de resultados concretos. En teoría, este espacio busca garantizar el orden durante las protestas y establecer medidas para mitigar los problemas de movilidad, pero en la práctica, la percepción ciudadana es que se trata de una fachada diseñada para proyectar una imagen de control mientras la realidad cotidiana de Tunja sigue marcada por el caos y la ineficiencia.

Uno de los actores clave dentro del PMU es Juan Carlos Leguizamón, secretario de Movilidad y Vida Territorial, cuyo papel en la gestión de la movilidad ha sido duramente cuestionado. Las críticas hacia su desempeño han ido en aumento, especialmente por su incapacidad para ofrecer soluciones efectivas a problemas urgentes como el deficiente transporte público, las congestiones viales constantes y la creciente desorganización urbana. Para muchos ciudadanos, su gestión es un reflejo de un estilo de gobierno desconectado de las necesidades reales de la población, lo que ha exacerbado la frustración de los tunjanos.

A pesar de las reiteradas reuniones y promesas de mejora, la ciudad continúa enfrentando un panorama desalentador. Las protestas ciudadanas, motivadas por el descontento ante la falta de acciones concretas, han puesto en evidencia que el PMU, lejos de ser una herramienta efectiva, ha sido utilizado para maquillar la falta de respuestas reales por parte de la administración municipal. En lugar de actuar como un puente entre el gobierno y la ciudadanía, el Puesto de Mando Unificado se percibe como un mecanismo burocrático que prioriza el control político y administrativo por encima de la solución de los problemas estructurales que enfrenta la ciudad.

La figura de Leguizamón ha adquirido un carácter especialmente polémico en este contexto. Mientras la ciudad sigue sumida en una crisis de movilidad, su gestión no solo ha fracasado en la implementación de medidas transformadoras, sino que ha reforzado la percepción de que el PMU es un espacio destinado a mantener las apariencias más que a resolver los problemas que aquejan a los ciudadanos. Las protestas, que originalmente surgieron como un llamado de atención para mejorar la calidad de vida en Tunja, ahora también se han convertido en un grito de rechazo a una gestión municipal que parece estar más enfocada en preservar su imagen que en atender las necesidades de la gente.

Para los críticos, cada peso invertido en el PMU es visto como un despilfarro, un gasto innecesario en un proyecto que no ha dado los frutos esperados. Mientras tanto, las necesidades básicas de la población, como un sistema de transporte eficiente, soluciones para la congestión vial y una mejor coordinación urbana, permanecen desatendidas. El descontento ciudadano sigue creciendo, y muchos se preguntan si este tipo de estrategias son realmente el camino hacia un cambio positivo o si, por el contrario, representan un retroceso en la gobernanza local.

En conclusión, la instalación permanente del PMU en Tunja, lejos de ser un símbolo de progreso, ha quedado marcada como un ejemplo de promesas incumplidas y políticas desconectadas de la realidad. La administración municipal enfrenta el reto de recuperar la confianza de la ciudadanía, demostrando con hechos concretos que está comprometida con resolver los problemas estructurales que afectan la calidad de vida de los tunjanos. Mientras esto no suceda, el PMU continuará siendo percibido como un símbolo de inacción y desaprovechamiento de recursos públicos.


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