Europa toma distancia frente a la crisis entre Estados Unidos y Venezuela

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El despliegue del portaaviones USS Gerald Ford en el mar Caribe ha encendido las alarmas en varios países europeos, que ven en esta maniobra una señal de que Washington podría estar intensificando su ofensiva contra el gobierno de Nicolás Maduro bajo el pretexto de combatir el narcotráfico. El movimiento militar, que muchos interpretan como una demostración de fuerza, ha provocado una ola de críticas desde Londres, París y Madrid.

Según informó CNN citando fuentes británicas, Reino Unido decidió hace más de un mes suspender el intercambio de información de inteligencia que pudiera ser usada por Estados Unidos en operaciones contra embarcaciones en la región. Londres considera que dichos ataques carecen de base legal y ha dejado claro que no participará en acciones que puedan violar el derecho internacional. Colombia adoptó una medida similar, congelando su cooperación con Washington hasta que se detenga la ofensiva contra las llamadas “narcolanchas”.

Por su parte, Francia condenó el martes 11 de noviembre las operaciones militares estadounidenses en el Caribe. “Estas acciones ignoran las leyes internacionales”, declaró el ministro francés de Exteriores, Jean-Noël Barrot, durante una reunión del G7.

En la reciente cumbre CELAC-UE celebrada en Santa Marta (Colombia), el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, llamó a reforzar la unidad entre América Latina y Europa en defensa del derecho internacional, un mensaje interpretado como una crítica velada a la política de Donald Trump hacia Venezuela.

Europa marca distancia

Para Carolina Jiménez, presidenta de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), el posicionamiento europeo “marca un punto de inflexión”.

“Los países europeos están empezando a reaccionar. Estas críticas muestran un rechazo político y ético a las acciones que violan las normas internacionales”, afirmó a DW.

Jiménez considera que las declaraciones de Reino Unido y Francia son especialmente relevantes, pues ambos son aliados históricos de Washington. En el mismo sentido, Brian Finucane, asesor del International Crisis Group, señaló que la decisión británica de restringir la cooperación en inteligencia “debería ser una llamada de atención para la administración Trump”.

“Que un aliado tan cercano como Reino Unido considere ilegales los ataques marítimos estadounidenses es un mensaje muy fuerte”, explicó Finucane, quien advirtió que otros países europeos podrían seguir el mismo camino si las operaciones continúan.

Un despliegue con mensaje político

El USS Gerald Ford, el portaaviones más moderno del mundo, puede transportar más aeronaves de combate que casi todos los países latinoamericanos juntos, incluidas las fuerzas aéreas de Venezuela. Su presencia en el Caribe, aseguran los analistas, va más allá de la lucha contra el narcotráfico.

“La llegada de este portaaviones no se justifica como operación antidroga”, sostiene Jiménez. “Si realmente quisieran combatir el narcotráfico, se centrarían en el tráfico de fentanilo, no en una demostración militar frente a Venezuela”.

Para los expertos, el verdadero objetivo sería aumentar la presión sobre el gobierno de Maduro y forzar un cambio político en Caracas.

Ante ese panorama, la postura europea podría convertirse en un contrapeso clave. “Si Estados Unidos llegara a realizar incursiones dentro del territorio venezolano, las consecuencias humanitarias serían graves. Europa tiene el deber de respaldar a la sociedad civil y defender el derecho internacional”, concluye Jiménez.


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