1. Sustitución simbólica tras el asesinato del legado
Tras la muerte del senador y precandidato Miguel Uribe Turbay, su padre, Miguel Uribe Londoño, ha sido designado como su reemplazo. Esta decisión busca mantener vivo el legado político con una carga emocional fuerte: el uribismo capitaliza la figura de Turbay como mártir.
2. Unidad interna y coalición estratégica
Desde detención domiciliaria, el expresidente Álvaro Uribe ha impulsado la formación de una “coalición democrática” que englobe otras fuerzas del centro-derecha, para fortalecer la campaña más allá del Centro Democrático. La alineación se basará en principios como seguridad, transparencia, emprendimiento y austeridad estatal.
3. Presencia pública renovada
Recuperada su libertad, Uribe ha intensificado su participación pública. Como parte de sus primeros actos, visitó el sitio donde fue asesinado Turbay y ha convocado a eventos masivos, usando su visibilidad para reforzar la narrativa de lucha por la libertad y la seguridad.
4. Defensa del voto y movilización ciudadana
El precandidato original, Miguel Uribe Turbay (antes de su muerte), ya había anunciado una estrategia inspirada en la oposición venezolana: formar un “ejército de voluntarios por el voto” para vigilar y defender la legitimidad del proceso electoral.
5. Consolidación de precandidaturas internas
Dentro del partido se perfilan aspirantes como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra. La figura de Cabal se destaca por representar una línea más radical, mientras que Uribe Londoño encarna la continuidad del legado Uribe-Turbay. La definición del candidato oficial se adelantará por consulta interna durante las elecciones legislativas de marzo.
