La muerte de Deiber Pallares Quintero ha dejado una profunda herida en su familia y en la comunidad de camioneros de la región. Su esposa, ahora viuda, enfrenta la difícil tarea de criar sola a sus dos pequeños hijos mientras busca un sustento para su hogar. La tristeza y el desconcierto inundan las redes sociales, donde amigos y colegas aún no pueden comprender la brutalidad de su asesinato. Ante el dolor y la indignación, los transportadores decidieron alzar la voz y organizar una protesta en la vía Ocaña – Convención, el mismo lugar donde ocurrió el crimen.
A pesar de la conmoción, las autoridades todavía no han logrado esclarecer las circunstancias del asesinato. Hasta el momento, la única hipótesis apunta a que Deiber quedó atrapado en medio de un enfrentamiento entre grupos armados. Su camión cisterna, herramienta de trabajo durante más de siete años, terminó envuelto en llamas, convirtiéndose en un símbolo de la violencia que azota la zona. Las personas del sector, quienes trasladaron su cuerpo hasta Ocaña, también han expresado su temor ante la creciente inseguridad en la región.
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Los familiares de Deiber exigen respuestas y justicia. “No entiendo por qué lo mataron de esa forma. Él no tenía enemigos ni problemas con nadie”, expresó una de sus allegadas, visiblemente afectada por la tragedia. Conocido por su carácter tranquilo y su compromiso con el trabajo, Deiber siempre evitó los conflictos y se distanció de cualquier situación que pudiera generar violencia. Sin embargo, ni su buen corazón ni su honradez fueron suficientes para evitar este desenlace trágico.
Este asesinato no solo ha impactado a su familia inmediata, sino que también ha reavivado el dolor de pérdidas anteriores. Hace años, el padre de Deiber también fue víctima de la violencia en circunstancias similares. Sus seres queridos, que nunca han estado involucrados en conflictos armados, sienten que la guerra los persigue sin razón alguna. A pesar de su esfuerzo por llevar una vida basada en el trabajo y la paz, han sufrido en carne propia la crudeza de un conflicto que sigue arrebatándoles a sus seres queridos.
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Hoy, el cuerpo de Deiber Pallares será velado en Cúcuta, donde familiares y amigos le darán el último adiós. Entre el dolor y la impotencia, su esposa y sus hijos quedan marcados por una pérdida irreparable. Mientras tanto, la comunidad camionera sigue exigiendo justicia, esperando que su muerte no quede en el olvido y que las autoridades esclarezcan los hechos lo más pronto posible.
