Andrea Fandiño, una geóloga de 30 años y docente de la Universidad Nacional de Colombia, falleció trágicamente tras recibir más de 200 picaduras de abejas durante una salida académica en Ortega, Tolima. La joven profesional, egresada de la Universidad de Caldas, se encontraba culminando sus estudios de maestría y realizaba labores de campo en una zona rural cuando ocurrió el fatídico accidente. La comunidad académica y científica ha lamentado profundamente su muerte, destacando su pasión por la geología y su profundo compromiso con sus estudiantes.
La fatalidad del enjambre
El ataque ocurrió cuando Andrea y sus colegas realizaban una exploración académica en una vereda. De manera accidental, tocaron un enjambre que se encontraba en el sistema de acueducto. Los insectos reaccionaron de inmediato, atacándolos con ferocidad. La profesora recibió la mayoría de las picaduras en su rostro, sumando más de 200, lo que provocó una severa inflamación y dificultó su respiración. La gran cantidad de veneno en su cuerpo comprometió su estado de salud de manera irreversible.

Andrea Fandiño, una geóloga de 30 años perdió la vida por un ataque de abejas
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Esfuerzos médicos y un desenlace fatal
Tras el ataque, trasladaron a Andrea de urgencia a un hospital local en Ortega. Posteriormente, debido a la gravedad de su estado, se planeó su traslado a un centro de mayor complejidad en Bogotá. Sin embargo, durante el viaje en ambulancia, sufrió un paro cardiorrespiratorio que obligó a desviar la ruta hacia Ibagué, la capital del departamento. Lamentablemente, pese a los esfuerzos médicos, la geóloga falleció en el camino, dejando un profundo dolor en su familia, amigos y en la comunidad universitaria.
El legado de una apasionada por la ciencia
La decana de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional, Gabriela Delgado, y otros colegas recordaron a Andrea como una profesional entregada, de gran calidez humana y dedicación intelectual. Ella amaba su profesión y su vida era un ejemplo de pasión por la ciencia. Además de su labor docente, era reconocida por su profundo amor por el territorio que la vio nacer. Sus exequias se llevaron a cabo en Cota, Cundinamarca, donde amigos, colegas y estudiantes le dieron el último adiós.

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Un llamado a la seguridad en el trabajo de campo
La trágica muerte de Andrea Fandiño ha generado un llamado urgente a las autoridades y a las instituciones educativas para que refuercen las medidas de seguridad en las salidas de campo. La fragilidad de quienes se dedican a la investigación en áreas remotas es un recordatorio de que no basta con lamentar, sino que es necesario establecer protocolos claros, planes de evacuación y kits de emergencia para evitar futuras tragedias. Su partida, aunque injusta, debe servir para replantear los procesos de seguridad y protección para todos aquellos que, desde la academia, exploran y estudian el entorno.

