Durante su participación en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, el presidente Gustavo Petro pronunció un discurso cargado de mensaje político y simbólico. En medio de manifestaciones pro-Palestina, se acercó con megáfonos hacia soldados estadounidenses y les pidió que desobedecieran órdenes que atenten contra la humanidad, asegurando que los fusiles no deben apuntarse contra civiles.
Como reacción inmediata, el gobierno de Estados Unidos anunció que revocaría la visa diplomática del mandatario. El Departamento de Estado lo atribuyó a sus actitudes “imprudentes e incendiarias” durante su estadía en la ciudad.
En su regreso a Bogotá, Petro sostuvo que no necesita visa para ingresar a EE. UU., pues cuenta con ciudadanía europea y tiene la opción de usar el sistema ESTA. Además, calificó la acción de revocación como una violación a las normas de inmunidad que protegen a los jefes de Estado y denunció que condiciona la participación de los mandatarios latinoamericanos en foros internacionales.
El episodio aviva el pulso diplomático entre Colombia y Estados Unidos, y el discurso del presidente será estudiado como un punto de inflexión en la relación bilateral.
