Los gatos, esos fascinantes felinos, comparten una similitud sorprendente con los humanos, ya que sus cerebros son aproximadamente un 90% similares a los nuestros. La inteligencia de estos animales se manifiesta de diversas formas, revelando una capacidad excepcional para captar, asimilar y aprender información de su entorno. La corteza cerebral de los gatos es notablemente más compleja que la de los perros, con casi 300 millones de células nerviosas. Este atributo contribuye a su habilidad para procesar información y adaptarse a diversas situaciones.
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La inteligencia de los gatos varía según la raza. Se considera que razas como el abisinio, balinés, bengalí, cornish rex, javanés, siamés, siberiano y angora turco/van exhiben niveles particulares de agudeza mental. Experimentos han demostrado que los gatos tienen conciencia de la existencia de objetos incluso fuera de su campo visual. Este conocimiento les otorga una comprensión de que un objeto no desaparece simplemente porque está fuera de su vista. Aunque los gatos no comprenden nuestras palabras, son expertos en captar el lenguaje corporal. Es crucial tener cuidado con nuestras expresiones y gestos al comunicarnos con ellos, ya que interpretan estos signos de manera aguda.
Los gatos son observadores y aprenden mediante la imitación y la observación. Repetirán acciones que han presenciado, demostrando su habilidad para aprender de su entorno. En la vejez, algunos gatos pueden experimentar el síndrome de disfunción cognitiva felina, similar al Alzheimer en humanos. Este deterioro cerebral puede manifestarse en síntomas como desorientación y cambios de comportamiento. Aunque ciertas razas pueden destacar por su inteligencia, la interacción con los humanos juega un papel crucial en el desarrollo de su agudeza mental. Estos felinos, dotados de una mente única, continúan cautivando a sus tutores con sus sorprendentes capacidades cognitivas.
