Científicos han descubierto una estrategia sorprendente en algunas hormigas: una reina parásita infiltra un nido ajeno y logra que las obreras maten a su propia madre para reemplazarla. Según el estudio, la intrusa primero adquiere el olor del nido, camuflándose para no ser rechazada, y luego rocía a la reina local con un líquido químico que desencadena la agresión de las obreras.
Ese compuesto, identificado como ácido fórmico, actúa como una señal de peligro para las obreras. Al percibirlo en su reina, las hormigas pierden el reconocimiento de su madre y la atacan furiosamente. En algunos casos, bastaron solo dos rociadas para provocar un ataque inmediato; en otros, la agresión se prolongó durante días hasta que mataron a la reina.
Después de asesinarla, las obreras aceptan a la reina invasora como su nueva soberana. La parásita regente comienza a poner sus propios huevos, y las obreras, ahora huérfanas, se ocupan de ella y de sus crías.
Este hallazgo revela una forma muy sofisticada de manipulación social: no es la intrusa la que mata a la reina, sino que induce a las propias hijas de la víctima a cometer matricidio. El descubrimiento cambia la forma en que se entiende la dinámica de poder en las colonias de hormigas y muestra lo complejas que pueden ser las estrategias evolutivas dentro del reino insecto.



