Las negociaciones en Ginebra para un tratado vinculante sobre contaminación plástica se encuentran en punto muerto. Países petroleros e industriales presionan por eliminar la limitación a la producción de plásticos, mientras activistas y gobiernos ambientalistas insisten en incluir exceptivas rigurosas.
Ginebra, agosto de 2025.
Las disputas entre gobiernos complican el avance de las negociaciones en Ginebra para adoptar un tratado global vinculante sobre contaminación por plásticos. A cuatro días de cerrar la ronda de conversaciones, persisten severas divergencias en torno a si el acuerdo debe imponer límites obligatorios a la producción de plásticos o limitarse a estrategias de reciclaje y manejo de residuos.
Principales fricciones
- Coalición ambiental: Países como Noruega y miembros de la Unión Europea demandan un enfoque integral que cubra el ciclo completo de vida del plástico, incluyendo capas mundiales de producción y regulación de químicos tóxicos.
- Países productores de petróleo e industria plástica: Estados como Arabia Saudita y otros con fuertes industrias petroquímicas se oponen a los límites globales de producción, argumentando que deberían priorizarse las soluciones de reciclaje y gestión de desechos.
Presión desde la sociedad civil
Organizaciones ambientales, líderes indígenas y el movimiento Break Free From Plastic, con presencia fuera de la sede de la ONU, mantienen la presión a favor de acuerdos contundentes. Insisten en medidas que vayan más allá de compromisos voluntarios.
¿Qué sigue adelante?
El borrador revisado presentado esta semana propone compromisos voluntarios nacionales enfocados en reducir productos desechables y mejorar reciclaje, pero evita restricciones claras sobre producción. Con el plazo inminente, persisten dudas sobre si se alcanzará un acuerdo robusto o simplemente simbólico.
Las negociaciones del tratado global sobre contaminación por plásticos parecen entrar en terreno de alto riesgo. La falta de acuerdo sobre limitar la producción amenaza con avanzar hacia un texto débil. El mundo observa con urgencia: de lo que suceda en Ginebra depende la capacidad de frenar la crisis plástica antes de que el daño sea irreversible.




