Después de varios años de tensiones diplomáticas, los gobiernos de Estados Unidos y China han retomado las conversaciones sobre el cambio climático, un tema clave en las relaciones bilaterales. La reanudación de las negociaciones se produce tras la firma de un acuerdo climático en el que ambos países se comprometen a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 50% para el año 2035. A pesar de las diferencias ideológicas, los líderes de ambos países reconocen la necesidad de cooperar para mitigar los efectos del calentamiento global.
Expertos señalan que este acuerdo podría tener un impacto positivo en la próxima cumbre mundial sobre el clima (COP30), programada para finales de este año en Dubái. Sin embargo, algunos críticos han señalado que, a pesar de los compromisos, la falta de medidas concretas podría poner en duda la efectividad de los acuerdos alcanzados. China, el mayor emisor de gases contaminantes, y Estados Unidos, el segundo, juegan un papel crucial en los esfuerzos globales para evitar una catástrofe climática.
