Robert F. Kennedy Jr. difunde desinformación sobre la vacuna MMR en medio de brote de sarampión en EE. UU.
Washington D.C., 17 de mayo de 2025 — En un momento crítico para la salud pública de Estados Unidos, el principal funcionario sanitario del país, Robert F. Kennedy Jr., generó polémica tras declarar que la vacuna MMR —que protege contra el sarampión, las paperas y la rubéola— «contiene muchos restos de fetos abortados». La afirmación, realizada el pasado 30 de abril, ha sido desmentida por expertos y calificada como engañosa.
Kennedy hizo la declaración mientras el país enfrenta su peor brote de sarampión en años, con casi 900 casos reportados y brotes activos en múltiples estados. La desinformación llega en un momento particularmente delicado, cuando las autoridades de salud luchan por aumentar las tasas de vacunación y contener la propagación de una enfermedad altamente contagiosa.
Según especialistas en virología y producción de vacunas, lo dicho por Kennedy Jr. distorsiona un aspecto técnico de la fabricación de vacunas. Es cierto que el componente de la rubéola en la vacuna MMR se desarrolla utilizando líneas celulares derivadas de dos abortos electivos ocurridos en la década de 1960. Sin embargo, esas líneas celulares no contienen tejido fetal original. Son células reproducidas en laboratorio durante décadas, utilizadas como “fábricas biológicas” para producir virus atenuados, no como ingredientes de la vacuna.
“La vacuna no contiene partes de fetos abortados”, explicó un portavoz de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). “Las líneas celulares son descendientes de células obtenidas hace más de 50 años, y no hay tejido humano en las dosis que se administran”.
Kennedy también argumentó que este hecho es una de las razones por las que grupos religiosos se niegan a vacunarse. Si bien es cierto que algunas personas tienen objeciones éticas por el origen de estas líneas celulares, varias autoridades religiosas, incluida la Iglesia Católica, han declarado que el uso de estas vacunas es moralmente aceptable dada la importancia de proteger la salud pública.
Las declaraciones del funcionario han generado preocupación entre epidemiólogos y defensores de la salud pública, quienes advierten que la propagación de información falsa puede socavar los esfuerzos para controlar el brote actual y aumentar la desconfianza hacia las vacunas, a pesar de décadas de evidencia científica que respalda su seguridad y eficacia.




