Los recientes ataques de Israel contra instalaciones nucleares en Irán han reavivado la preocupación sobre el programa atómico iraní y su posible uso militar. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, justificó la ofensiva afirmando que Irán podría construir un arma nuclear “en pocos meses” si no se le detenía.
Entre los blancos de los bombardeos estuvo la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz, considerada clave en el desarrollo nuclear iraní. Varios científicos y técnicos de alto nivel también murieron en los ataques.
Sin embargo, la verdadera capacidad de Irán para producir una bomba nuclear sigue siendo motivo de debate. Aunque ha incrementado sus niveles de enriquecimiento de uranio por encima de los límites establecidos por el acuerdo nuclear de 2015, los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) no han confirmado que el país haya desviado material o tecnología con fines militares.
Teherán insiste en que su programa nuclear tiene fines pacíficos y calificó los ataques de Israel como una violación grave del derecho internacional. En respuesta, ha lanzado misiles y drones contra territorio israelí, aumentando aún más la tensión en la región.
Mientras el cruce de acusaciones continúa, la comunidad internacional sigue sin pruebas concluyentes de que Irán haya tomado la decisión de construir una bomba atómica, aunque su capacidad técnica para hacerlo se ha ampliado en los últimos años.
