Esta es la identidad de los tres hombres asesinados en Catatumbo: El conflicto armado sigue cobrando vidas en el Catatumbo. En la noche del domingo, la violencia volvió a golpear a las comunidades de El Tarra y La Gabarra, donde fueron asesinados dos hombres en circunstancias similares. A pesar de la presencia de autoridades, la población permanece en silencio, temerosa de represalias por parte de los grupos armados que controlan la zona.
En El Tarra, sujetos que se identificaron como miembros del Eln interceptaron a José Luis Torres cuando regresaba al casco urbano del municipio. Horas más tarde, su cuerpo sin vida apareció en una zona boscosa del corregimiento Filo El Gringo, con múltiples disparos. Los habitantes, aunque conocen lo sucedido, prefieren no hacer preguntas ni brindar información, pues el miedo a ser perfilados por los actores armados los obliga a callar.
Esta es la identidad de los tres hombres asesinados en Catatumbo
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Por otro lado, en La Gabarra, un hombre fue asesinado mientras jugaba billar. Desconocidos ingresaron al establecimiento, dispararon en repetidas ocasiones y se marcharon sin obstáculos. A pesar de la cercanía de instalaciones policiales y militares, nadie pudo detener a los agresores. La comunidad, con temor a represalias, evitó brindar detalles sobre los atacantes, lo que dificulta las investigaciones.
Horas después, la violencia alcanzó a Convención. En la vereda La Cadena Alta, dos hombres fueron atacados a balazos mientras jugaban billar. Uno de ellos, Jesús Darío Manosalva Mejía, murió en el acto, mientras que el otro resultó gravemente herido. Según testigos, los agresores lo buscaban por sospechas de ser informante de otro grupo armado. Sin embargo, las autoridades aún investigan los verdaderos móviles del crimen.
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La Policía de Norte de Santander continúa las investigaciones de estos homicidios en medio de un contexto desafiante. La comunidad, atrapada entre el miedo y la violencia, evita colaborar por temor a represalias. Mientras tanto, los grupos armados siguen imponiendo su ley en el Catatumbo, dejando un rastro de sangre y silencio en la región.
