Tres años después del inicio de la invasión rusa, Ucrania sigue enfrentando graves desafíos en su sector agrícola, una de sus principales fuentes de ingresos y base de su influencia global. Reconocida durante décadas como el «granero del mundo», el país ha visto caer su producción agrícola en un 25 %, generando preocupaciones sobre su rol en la seguridad alimentaria mundial.
Con más de 41 millones de hectáreas de tierras cultivables —dos tercios de ellas cubiertas por el fértil suelo negro conocido como chernozem— Ucrania ha sido históricamente uno de los mayores productores de grano del planeta. Estas tierras, ricas en nutrientes, han requerido bajos niveles de fertilización e irrigación para lograr cosechas abundantes que alimentaban a la antigua Unión Soviética y, en las últimas décadas, a países en África, Asia y Oriente Medio.
La guerra interrumpe el motor agrícola
Antes de la invasión lanzada por Rusia en febrero de 2022, el sector agrícola representaba el 41 % de las exportaciones ucranianas, equivalentes a casi 28.000 millones de dólares al año. Sin embargo, el estallido del conflicto paralizó de inmediato las rutas comerciales, especialmente por el Mar Negro, provocando una caída del 90 % en las exportaciones agrícolas en solo tres meses.
Ese impacto se tradujo en una fuerte alza en los precios globales de alimentos básicos. «La combinación de una oferta reducida y la incertidumbre sobre el transporte marítimo provocaron que los precios de los cultivos subieran hasta 400 dólares por tonelada», explicó Natalia Shpygotska, analista de la firma Dragon Capital, con sede en Kiev.
La producción de grano se redujo en casi un tercio en la temporada 2022-2023, y más del 20 % de las tierras agrícolas quedaron inutilizadas debido a la ocupación rusa, la colocación de minas y la falta de trabajadores en las zonas de conflicto.
Alimentos, un blanco estratégico
A lo largo de la guerra, Rusia ha sido acusada de usar la comida como una herramienta de presión geopolítica. Además de bombardear infraestructura civil, también ha atacado directamente instalaciones agrícolas: se reporta que más de 300 sitios vinculados a la producción y almacenamiento de alimentos fueron dañados en los primeros dos años del conflicto. Solo en 2022, Ucrania denunció el robo de más de 500.000 toneladas de grano por parte de las fuerzas rusas.
La situación comenzó a cambiar a mediados de 2022, cuando las fuerzas ucranianas, con el apoyo de tecnología militar occidental, lograron golpear a la flota rusa en el Mar Negro. La destrucción del buque insignia Moskva marcó un punto de inflexión, facilitando la reapertura parcial de rutas marítimas y estabilizando los precios globales de alimentos hacia mediados de 2023.
Un futuro aún incierto
A pesar de las pérdidas, Ucrania se esfuerza por mantener su posición como actor esencial en el suministro global de alimentos. La resiliencia del sector agrícola y el apoyo internacional han sido claves para evitar una crisis alimentaria más grave a nivel mundial.
Sin embargo, la combinación de inseguridad, destrucción de infraestructura y tensiones geopolíticas sigue amenazando el futuro del campo ucraniano. La pregunta de si Ucrania podrá seguir alimentando al mundo en los próximos años depende, en gran parte, de cuánto tiempo más dure la guerra y de qué forma evolucione el apoyo internacional.




