En Colombia, ser una persona trans aún significa vivir con miedo. Sara Millerey, una mujer trans de 32 años, fue asesinada en Bello, Antioquia. La golpearon brutalmente y su cuerpo fue hallado en una quebrada. Su muerte no puede ser en vano.
En el Congreso hay un proyecto que podría cambiar la historia de muchas personas como Sara. Se llama Ley Integral Trans, y busca garantizar que las personas trans y no binarias puedan vivir con dignidad, sin miedo a ser discriminadas, maltratadas o asesinadas. Pero esta ley podría quedar en el olvido si no se aprueba al menos en un debate antes del 20 de junio.
¿Qué propone esta ley?
La Ley Integral Trans es una de las más completas de América Latina. Algunos de sus puntos clave son:
- Reconocer legalmente las identidades trans y no binarias.
- Garantizar el acceso a salud, educación y empleo sin discriminación.
- Sancionar a funcionarios públicos que discriminen.
- Recoger datos reales sobre la población trans para que el Estado pueda responder a sus necesidades.
Esta ley no pide privilegios. Pide algo básico: vivir sin miedo. “No solo queremos que no nos maten en una esquina, queremos vivir dignamente”, dijo Ian Arias, uno de los activistas que ayudó a construirla.
¿Por qué es urgente?
En lo que va del año, 32 personas LGBTIQ+ han sido asesinadas en Colombia, 15 de ellas trans. La violencia contra esta población sigue creciendo y no es casual. Es producto de una sociedad que rechaza lo que no entiende y de un Estado que, muchas veces, guarda silencio. El Congreso tiene la oportunidad de hacer historia. Si no actúa ahora, la ley se archivará y habrá que empezar desde cero.
No es un favor, es un derecho
La Corte Constitucional ya ha dado algunos pasos importantes, como permitir el marcador «no binario» en la cédula. Pero los avances no han sido suficientes. Las personas trans todavía enfrentan obstáculos para acceder a tratamientos médicos, encontrar trabajo o estudiar sin ser discriminadas.
“Queremos que lo que ya dice la ley, se cumpla”, explica Lina Quevedo, hombre trans y vocero del movimiento. No se trata de pedir derechos nuevos, sino de hacer valer los que ya existen.
¿Qué sigue?
El proyecto está en manos de la Comisión Primera de la Cámara. Si se aprueba allí, pasará al Senado, donde el ambiente es más conservador. Por eso es clave que la sociedad se movilice y exija que el Congreso dé este primer paso. Sara Millerey podría darle su nombre a esta ley. Un homenaje para que su muerte no sea solo una cifra más, sino el impulso de un cambio real.
