El Balón de Oro enfrenta constantes cuestionamientos sobre su objetividad debido a la naturaleza subjetiva de evaluar el «mejor jugador del mundo» y los múltiples factores que influyen en la votación de los periodistas especializados
La metodología del galardón, que se basa en el voto de periodistas deportivos de diferentes países, intenta garantizar cierta imparcialidad internacional, pero inevitablemente introduce elementos subjetivos en la evaluación. Los criterios oficiales incluyen el rendimiento individual, los logros colectivos del equipo, la clase del jugador y el comportamiento ejemplar, pero la interpretación de estos factores varía según cada votante. Además, aspectos como la visibilidad mediática, el marketing, las diferencias entre ligas europeas y la influencia de los grandes clubes pueden sesgar las percepciones.
Las controversias históricas refuerzan estas dudas sobre la objetividad del premio: desde la ausencia de Pelé y Maradona en sus mejores años (cuando solo europeos podían ganarlo) hasta decisiones más recientes como Modrić en 2018 o las polémicas entre Messi y otros candidatos. La dificultad inherente radica en comparar jugadores de diferentes posiciones, ligas y contextos tácticos, además de ponderar logros individuales versus colectivos. Si bien el Balón de Oro mantiene prestigio como referencia del fútbol mundial, su naturaleza inevitablemente subjetiva hace que la «objetividad absoluta» sea prácticamente imposible de alcanzar, convirtiéndolo más en un reconocimiento basado en consenso periodístico internacional que en una medición científicamente precisa del mejor futbolista.




