En pleno Caribe colombiano, existe un lugar en el que las dinámicas de intercambio económico se diferencian radicalmente del resto del país. En Santa Cruz del Islote, ubicado en el Archipiélago de San Bernardo, los habitantes no utilizan dinero para adquirir bienes y servicios, sino que continúan empleando el trueque como sistema de comercio principal, en una práctica que evoca los tiempos antiguos. De acuerdo con cifras oficiales, en la isla habitan aproximadamente 816 personas, lo que la convierte en uno de los territorios con mayor densidad poblacional del planeta.
Retos ambientales que enfrenta la comunidad isleña
El islote, perteneciente al departamento de Bolívar, enfrenta grandes retos ambientales derivados principalmente del turismo. El líder ambiental Adrián Caraballo advirtió que el incremento de visitantes ha generado un aumento significativo de residuos sólidos, lo que pone en riesgo tanto a los ecosistemas marinos como a la salud de los habitantes. Caraballo señaló que peces y crustáceos ingieren plásticos y materiales contaminantes, que después regresan a la mesa de la comunidad a través del consumo humano. Actualmente, los residuos son trasladados a la isla de Tintipán y luego enviados a Cartagena, lo que refleja un sistema de manejo de desechos limitado y con múltiples dificultades logísticas.
Cómo llegar y qué actividades realizar en este lugar único
Llegar a Santa Cruz del Islote requiere un trayecto aproximado de dos horas en lancha desde Cartagena. A pesar de los retos ambientales y sociales, la isla ofrece experiencias únicas para los visitantes que buscan un turismo cultural y comunitario. Blogs especializados en viajes, como Aventureros 360, recomiendan explorar la historia local acompañado de guías de la comunidad, visitar el acuario del islote y recorrer en lancha las playas de las islas cercanas, como Tintipán y Múcura, que se caracterizan por sus aguas cristalinas y paisajes imponentes.
Tradición y modernidad conviven en Santa Cruz del Islote
La vida en este territorio se caracteriza por la convivencia estrecha de sus habitantes y la conservación de prácticas tradicionales, como el trueque, que refuerza los lazos comunitarios. En un mundo cada vez más digitalizado, Santa Cruz del Islote se convierte en un símbolo de resistencia cultural y de preservación de una identidad única, aunque enfrenta la necesidad de mejorar su infraestructura ambiental y garantizar un turismo sostenible que no ponga en riesgo la riqueza natural que lo rodea.




