Una ola de dolor, rabia e impotencia recorre el municipio de Ricaurte, en el piedemonte nariñense, tras conocerse el cruel feminicidio de Karen Tatiana Moreano, una adolescente de apenas 16 años, oriunda de la vereda Nulpe Alto. El hecho, ha conmocionado profundamente a los habitantes, quienes exigen justicia y una actuación contundente por parte de las autoridades.
Según los primeros reportes, la joven convivía con su pareja sentimental, Johan Campo, un hombre de aproximadamente 25 años y de nacionalidad venezolana, quien, de acuerdo con testimonios de vecinos y allegados, era conocido por su comportamiento violento y su consumo frecuente de licor y sustancias alucinógenas.
Miedo constante
Karen, pese a su corta edad, había abandonado el colegio para vivir con él. Amigos cercanos aseguran que la relación estaba marcada por el miedo, los celos y los maltratos constantes, pero que ella no encontraba una salida.
“Ella tenía mucho miedo. Varias veces dijo que quería irse, pero él no la dejaba. La controlaba en todo”, contó una amiga de la familia entre lágrimas.
El fatal desenlace ocurrió en medio de un episodio de alteración provocado, al parecer, por el consumo de drogas. El hombre habría estrangulado a la joven durante una discusión, mientras en la vivienda se encontraban otras personas que, aterradas, no intervinieron por miedo a ser agredidas. Cuando las autoridades llegaron, Karen ya no tenía signos vitales.
Impotencia
La comunidad, indignada, no puede comprender cómo, tras ser detenido, el presunto asesino fue dejado en libertad pocas horas después, lo que desató un profundo sentimiento de rabia e impotencia.
Organizaciones ancestrales, colectivos de mujeres y la comunidad en general han salido a las calles con pancartas y velas para exigir justicia por Karen Tatiana. Exigen que las autoridades refuercen los mecanismos de protección para las menores, especialmente en zonas rurales donde los casos de violencia de género suelen quedar en la impunidad.
El cuerpo de la joven fue entregado a su familia en medio de un ambiente de dolor indescriptible. En la humilde vivienda donde creció, los vecinos se han unido para acompañar a su madre, quien entre sollozos clama que su hija “no sea una víctima más olvidada por el sistema”. “Mi niña soñaba con ser enfermera. Me decía que quería ayudar a la gente. Pero se fue demasiado pronto, y nadie la protegió”, dijo su madre, abrazando la fotografía de Karen.




