En el mundo, con el aumento de la cantidad de ataques cibernéticos y tensiones políticas entre diferentes países, se hace evidente que el sector público necesita implementar mejoras efectivas de ciberseguridad en sus redes de TI para reducir vulnerabilidades.
Por ejemplo, en 2021 los ciberataques aumentaron 600% en Latinoamérica y el Caribe. Según datos de Fortinet, la región sufrió 289.000 millones de intentos de ciberataques en 2021. En primer lugar, se posiciona México con 53,9 % de los intentos, seguido por Brasil con 30,6 %.
Se evidencia lo común que están siendo los ataques cibernéticos en Latinoamérica y cómo casi todos los días llegan noticias de filtraciones de datos o incidentes de ransomware en el sector público. Cualquier organización gubernamental, colegio o institución de educación superior, grande o pequeña, es vulnerable a un ciberataque disruptivo y costoso.
Cuidado con los riesgos
Hoy en día es fundamental reconocer los riesgos de ciberseguridad que pueden existir en dispositivos de seguridad electrónica como cámaras, controladores de puertas y sus sistemas de monitoreo.
¿Cómo logran entrar los atacantes? ¿Acaso un empleado dio clic en un enlace en un correo electrónico de ‘phishing’? ¿O será que nunca se cambió la contraseña predeterminada de alguna aplicación o dispositivo? ¿Quizás fue a través de una cámara de seguridad olvidada conectada a la red del parqueadero?
Camilo Sánchez, gerente de Desarrollo de Negocios de Genetec, declaró que «una idea persistente, pero errónea, es que los ataques cibernéticos a los sistemas de seguridad electrónica solo se limitan a daños o robos de información de estos sistemas. Por ejemplo, las amenazas reconocidas a menudo incluyen la capacidad de detener de forma remota la transmisión de video de una cámara, abrir o bloquear una puerta o interrumpir los sistemas críticos de algún edificio. Ciertamente, la preocupación por los riesgos de la seguridad física de las personas o instalaciones está presente; Sin embargo, la mayoría de los ataques cibernéticos no se limitan a estos casos. Estos ataques se dirigen también a aplicaciones, archivos y datos de otras soluciones administrados por el departamento de TI.»
Un ataque que se origina en una cámara puede viajar por la red para bloquear el acceso a aplicaciones críticas, retener archivos para pedir rescate y robar datos financieros o información personal de empleados, estudiantes, clientes o residentes.
Por ejemplo, el botnet (software malicioso) conocido como Mirai continúa interrumpiendo sistemas y redes con ataques a dispositivos conectados a Internet, incluidas las cámaras. Para encontrar dispositivos vulnerables, el malware se basaba inicialmente en intentar iniciar sesión con nombres de usuario y contraseñas predeterminados de fábrica y ahora ha evolucionado para explotar vulnerabilidades sin parches.
Un análisis realizado por la firma Genetec encontró que una gran cantidad de cámaras de seguridad permiten este tipo de ataque. Según su estudio, casi 7 de cada 10 cámaras tenían firmware desactualizado.
Aunque hay un parche de software disponible para cerrar este riesgo, el botnet de IoT nunca dejará de buscar un punto vulnerable y, lo más preocupante, es que es posible que los equipos de TI no sepan qué cámaras instaladas deban recibirlo, ya que estos dispositivos son OEM de muchas marcas que no muestran fácilmente su origen.
Gobiernos como los Estados Unidos, el Reino Unido y Dinamarca ya han empezado a restringir el uso de cámaras que han mostrado múltiples vulnerabilidades críticas de ciberseguridad como éstas en instalaciones del gobierno e infraestructuras críticas. En los países de Latinoamérica, sin embargo, no existe ninguna restricción todavía.
Sánchez dice que “las cámaras de seguridad y los sistemas de control de acceso deben considerarse dispositivos de red críticos”, y “estos dispositivos necesitan recibir un alto nivel de protección y monitoreo para las operaciones y la ciberseguridad. Es por esto que, buscar fabricantes confiables que implementen la ciberseguridad y privacidad por diseño, es indispensable sobre todo si hablamos de instalaciones gubernamentales y de infraestructura crítica”.
En muchas organizaciones, una perspectiva de vieja data es que la seguridad física y de TI son ámbitos separados, y que su trabajo y sus preocupaciones no convergen. Sin embargo, esta perspectiva debe cambiar a la luz del creciente riesgo cibernético que pueden presentar las tecnologías de seguridad electrónica. Este cambio comienza cuando los equipos de seguridad electrónica y de TI se unen en una sola organización que se centra en un programa de seguridad integral basado en una comprensión común del riesgo, las responsabilidades, las estrategias y las buenas prácticas.




