“Murió en su ‘salsa’, en lo que más le encantaba”, fueron las expresiones de algunos de los amigos de Armando Pacheco Pomeo, quien murió de manera inesperada: “él estaba disfrutando del tradicional 6 de enero, donde cada año reunía en su casa a sus allegados y compañeros para que disfrutaran de manera sana esta festividad”.
Todos gozaban con su forma de ser, “su rostro alegre contagiaba a los demás; jugar con agua y con pinturas que él mismo preparaba era su delirio, su entusiasmo. Mojar de manera respetuosa a quien llegaba a la celebración y untarlos de pinturas, lo llenaba de satisfacción. Como en buena fiesta familiar, no podía faltar el trago, a cada uno le daba su copa para que entraran al calor”, Pacheco residía en la manzana 5 #5-02 del barrio Tomas Cipriano.
Y es que Pacheco, como la gran mayoría de gente lo conocía, se destacó por su sencillez; las personas que llegaron a conocerlo, se llevaban una excelente imagen. Fue un ser que ayudó a muchas personas sin esperar nada a cambio. Gracias a su responsabilidad, logró sacar adelante a su familia. La gran parte de su vida, la entregó a una reconocida empresa de venta y compra de café.
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Sus hijos, Diego, Jhon Jairo, Marisol y su esposa de toda la vida, Floralba, están dolidos, por su deceso. Fue un excelente padre, un ejemplo, a quienes les dio todo lo necesario para que hoy sean unas personas de bien. Por muchos años les brindaron todo el apoyo; no solo sus hijos y amigos lo apreciaban, sus nietos lo adoraban; eran sus segundos hijos. Como buen abuelo, Pacheco los trataba de una forma cariñosa, les daba ese amor que todo ser humano necesita.
Le encantaba visitar la vereda de Torres, donde don ‘Chucho’, al igual patrocinar y presenciar partidos de fútbol en canchas como la del Tomás Cipriano de Mosquera, El Uvo, Pandiguando, Pueblillo e inclusive Las Piedras ubicada en el municipio de El Tambo. Era tanto el cariño, amor, afecto y amistad hacía Pacheco, que a su velación y honras fúnebres asistieron cientos de personas.




