El exprocurador y líder conservador arremete contra las políticas que permiten la transición de género en menores, llamándolas «ideología de género que atenta contra la naturaleza humana». Ordóñez enfatiza la necesidad de volver a principios religiosos y morales.
En una conversación exclusiva con el Diario Extra, Alejandro Ordóñez, exprocurador general de la Nación y conocido defensor de los valores conservadores en Colombia, expresó su preocupación por el creciente apoyo a las políticas que permiten el cambio de género en menores de edad. Ordóñez, que ha sido un crítico abierto de lo que llama «ideología de género», sostiene que estas prácticas son una amenaza a la moralidad y a la estabilidad social del país.
Entrevista:
Diario Extra: Señor Ordóñez, ¿cuál es su posición respecto a las políticas que permiten la transición de género en menores de edad?
Alejandro Ordóñez: Lo que estamos viendo es una agenda ideológica muy peligrosa que busca imponer la llamada «ideología de género» en nuestra sociedad. Permitir que los niños, que aún no tienen la madurez para tomar decisiones trascendentales, hagan una transición de género es un atentado contra su naturaleza y su dignidad. La biología no es una cuestión de opiniones; es una realidad objetiva que no se puede cambiar simplemente por un deseo o sentimiento.
Diario Extra: Usted ha mencionado antes que esto podría afectar la moralidad y la estructura social. ¿Podría explicar más a fondo?
Alejandro Ordóñez: La familia es el núcleo fundamental de la sociedad, y la moralidad religiosa ha sido su pilar por siglos. Cuando empezamos a socavar esos principios fundamentales, como la distinción natural entre hombre y mujer, estamos debilitando el tejido mismo de nuestra sociedad. Esto no es solo una cuestión de derechos individuales, sino de proteger la inocencia de los niños y garantizarles un desarrollo saludable. La moralidad religiosa nos enseña que la vida tiene un orden, un propósito, y parte de eso es respetar la creación tal como es.
Diario Extra: Algunos defensores de la transición de género argumentan que se trata de un derecho humano y una cuestión de salud mental para quienes experimentan disforia de género. ¿Qué opina al respecto?
Alejandro Ordóñez: Los derechos humanos son fundamentales, pero no pueden ser un pretexto para imponer ideas que van en contra de la naturaleza humana y la ley natural. La disforia de género es una condición que debe ser tratada con cuidado y respeto, pero el camino no es alterar el cuerpo de los niños. Eso es darle una solución drástica y permanente a un problema que podría ser temporal o manejado de otra manera. En lugar de promover políticas de cambio de género, deberíamos centrarnos en reforzar los valores familiares, la educación en principios y la asistencia psicológica adecuada.
Diario Extra: Ha mencionado varias veces el papel de la moralidad religiosa. ¿Qué rol cree que debería tener la religión en las políticas públicas?
Alejandro Ordóñez: La moralidad religiosa es la base de la civilización. Nuestros principios judeocristianos han formado la columna vertebral de las leyes y normas sociales que nos rigen. El Estado debe ser laico, pero no puede ser indiferente a la moralidad. Dejar que cualquier ideología de turno modifique la estructura fundamental de la sociedad es un error grave. Necesitamos un retorno a los valores religiosos y a la moral tradicional para preservar lo que somos como nación.
Diario Extra: Finalmente, ¿qué mensaje le enviaría a los padres que están considerando apoyar la transición de género de sus hijos?
Alejandro Ordóñez: Les pediría que no se dejen llevar por las modas o las presiones sociales. Los niños necesitan orientación, límites y amor, no cirugía o tratamientos hormonales que alteren su naturaleza. La paternidad es una responsabilidad sagrada, y los padres deben proteger a sus hijos de decisiones que podrían causarles daño irreversible en el futuro. Es necesario volver a principios que nos han dado identidad y estabilidad por siglos: la moralidad religiosa y el respeto a la creación divina.
Ordóñez reafirma su posición en favor de un enfoque que priorice los valores tradicionales, con la convicción de que solo así se podrá proteger a las nuevas generaciones y fortalecer el país.



