El pasado 6 de agosto de 2025, medios estatales de Sudán reportaron que la fuerza aérea sudanesa había derribado un avión emiratí cargado de mercenarios colombianos al aterrizar en el aeropuerto de Nyala, en Darfur. Se informó que al menos 40 personas murieron en el ataque, en un aparente intento de frenar la intervención extranjera en el conflicto civil que azota al país africano.
Sudán acusó al avión de llevar combatientes colombianos reclutados por Emiratos para apoyar a las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), una milicia paramilitar enfrentada al ejército regular desde 2023. El gobierno sudanés afirmó tener evidencia irrefutable sobre este involucramiento externo.
Por su parte, Emiratos Árabes Unidos rechazó categóricamente esas acusaciones. Un portavoz oficial las calificó como “infundadas”, “totalmente falsas” y parte de una estrategia de desinformación por parte del régimen sudanés. La diplomacia emiratí manifestó que no existe ninguna prueba que respalde la versión de Khartoum.
Ante la tensión diplomática, se reportó también que Emiratos habría prohibido los vuelos sudaneses, incluyendo la salida de una aerolínea sudanesa desde Abu Dhabi, en represalia por las acusaciones.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, anunció que su gobierno investiga la situación para determinar cuántos ciudadanos colombianos pudieron estar involucrados y si hubo víctimas mortales. Asimismo, se busca gestionar el retorno de los cuerpos en caso de confirmarse la tragedia.
Este episodio se suma a un prolongado conflicto humanitario en Sudán, donde más de 40,000 personas han muerto, millones han sido desplazadas y la situación humanitaria continúa empeorando. La presencia de mercenarios extranjeros —como los colombianos— ha sido denunciada por expertos y organismos internacionales como una peligrosa escalada en un conflicto ya devastador.




