Un ambicioso proyecto de infraestructura vuelve a tomar fuerza en Sudamérica: se proyecta la construcción de un túnel de aproximadamente 14 kilómetros que atravesará la Cordillera de los Andes mediante el Paso de Agua Negra, conectando la provincia argentina de San Juan con la región chilena de Coquimbo. Esta megaobra busca transformar la logística, el comercio y la integración regional entre ambos países.
📍 Contexto y motivación
Hasta ahora, el Paso de Agua Negra funciona como una ruta de montaña que solo está habilitada durante los meses de verano, debido a las condiciones meteorológicas extremas que lo vuelven intransitable el resto del año. El túnel permitiría el tránsito permanente, evitando los cierres estacionales y facilitando el movimiento de personas y mercancías.
Además, el proyecto está enmarcado dentro del “Eje Capricornio”, una estrategia de corredores bioceánicos que aspiran a unir rutas entre el océano Atlántico y el Pacífico para mejorar el flujo comercial entre los países de la región.
🏗️ Detalles técnicos y desafíos
- El túnel atravesaría la alta montaña, superando los 4.000 metros de altitud en la Cordillera.
- Se contempla usar tecnología moderna de túneles, combinando tuneladoras con métodos tradicionales de excavación, especialmente en tramos rocosos o con dificultades geológicas.
- El costo estimado de la obra se sitúa en 1.500 millones de dólares y su construcción podría extenderse por 9 años, según los planes previos.
- Un dato clave es que el proyecto considera la construcción de dos túneles paralelos (uno en cada dirección), conectados por galerías de ventilación cada cierto tramo para seguridad y mantenimiento.
🌐 Impacto esperado
Este túnel no solo facilitaría el comercio entre Argentina y Chile, sino que podría cambiar radicalmente los costos logísticos para provincias del noroeste argentino, al ofrecer una ruta más directa hacia puertos del Pacífico.
Además, impulsaría el turismo transfronterizo, fortalecería las economías regionales y podría fungir como eje de integración cultural entre las comunidades de ambos lados de la cordillera.
Sin embargo, los desafíos políticos, ambientales y financieros son enormes: coordinar gobiernos, asegurar financiamiento continuo, atender riesgos geológicos y preservar ecosistemas de montaña serán tareas fundamentales para que este proyecto deje de ser un sueño y se convierta en realidad.




