El Tren de Aragua, una de las megabandas más temidas y brutales surgidas de las cárceles venezolanas, representa hoy una de las mayores amenazas para la seguridad global. Desde su fundación en la prisión de Tocorón en 2012, esta organización ha logrado extender su red de crimen y terror mucho más allá de las fronteras de Venezuela, infectando a media docena de países en América del Sur y ahora poniendo sus miras en los Estados Unidos.
Lo que comenzó como una banda de extorsión y narcotráfico en Venezuela ha evolucionado hasta convertirse en una sofisticada organización criminal con operaciones diversificadas que incluyen tráfico de drogas, trata de personas, tráfico de armas y una brutalidad sin límites. A pesar de la captura y reclusión de muchos de sus líderes, el Tren de Aragua ha demostrado una capacidad alarmante para regenerarse y adaptarse a nuevas circunstancias, manteniendo su dominio y expandiendo su imperio criminal.
La presencia del Tren de Aragua
En Colombia, la presencia del Tren de Aragua es particularmente notoria. La organización ha utilizado tácticas de extrema violencia para eliminar a sus competidores y establecer su control en zonas clave para el narcotráfico y otras actividades ilegales. Bogotá ha sido testigo de una serie de crímenes atroces, con cuerpos desmembrados y embolsados encontrados en diferentes partes de la ciudad, una macabra tarjeta de presentación que deja claro su mensaje: no hay límites para su brutalidad. A pesar de los esfuerzos del Estado colombiano, que ha realizado más de 129 capturas de líderes de la banda y ha resuelto numerosos casos de homicidios y sicariatos, el Tren de Aragua sigue operando con una efectividad aterradora.
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El Tren de Aragua no solo domina el tráfico de drogas; también está profundamente involucrado en el tráfico sexual, de armas y otros negocios ilegales que les generan millones de dólares. Esta diversificación no solo fortalece su poder económico, sino que también les permite mantener una presencia constante y amenazante en las regiones donde operan. Su capacidad para adaptarse y encontrar nuevas formas de operar y expandirse hace que sean una amenaza persistente y cada vez más difícil de erradicar. La expansión del Tren de Aragua requiere una respuesta que vaya más allá de las fronteras nacionales. Además, es crucial que las comunidades vulnerables reciban el apoyo necesario para resistir y denunciar las actividades criminales.
