La velocidad, el estrés, el estar constantemente ocupados, se ha convertido en un peligroso sinónimo de éxito, y cada vez el descanso reparador se convierte en motivo de consulta o debate en las redes sociales. Y no es gratuito.
Según el reciente informe sobre el sueño Sleep Uncovered 2025 realizado por Ikea a nivel global, los colombianos duermen en promedio seis horas y media en promedio, bastante bajo de lo recomendado, mientras expresan que quisieran poder dormir ocho horas mínimo. De repente, parece que dormir es un lujo que pocos pueden permitirse.
Es algo alarmante. La neurociencia y la psicología han afirmado constantemente algo que va en contra de la cultura de la hiperproductividad, y es que dormir bien y detenerse a tiempo no es sinónimo de pereza, sino la base de un rendimiento sostenible. Así lo explica la Dra. María José García Rubio, Docente de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, perteneciente a la red de educación superior Planeta Formación y Universidades.
«Se asocia el éxito con la actividad ininterrumpida, y nos olvidamos de que el cerebro no es una máquina, sino un órgano biológico que necesita pausas para consolidar aprendizajes y mantener la atención», explica la Dra. María José García Rubio, docente de la Universidad Internacional de Valencia (VIU). «Paradójicamente, cuanto más ignoramos el descanso, menos productivos y creativos somos. Descansar no es perder tiempo: es darle al cerebro la oportunidad de reorganizar, limpiar y recomponer su energía».
El sueño y el descanso cumplen una función esencial en el procesamiento de la información y la regulación emocional; le permiten al cerebro la oportunidad de reorganizar, limpiar y recomponer su energía.
Según explica la experta de VIU, durante el sueño, especialmente en las fases profundas y REM, el cerebro procesa y consolida la información aprendida durante el día. Allí es cuando las conexiones neuronales se hacen más fuertes, así como se depura la información irrelevante. Entonces, cuando el descanso se interrumpe o es insuficiente, los efectos se notan rápidamente. La memoria falla, el pensamiento se vuelve lento y las decisiones pierden precisión.
Aunque se suele recomendar dormir entre siete y nueve horas, es importante aclarar que la cantidad de horas no basta para un descanso reparador. La calidad del sueño puede afectarse por las interrupciones del sueño, dormir a deshoras o no poder desconectarse lo suficiente antes de ir a la cama.
«Hay señales muy claras de que se ha dormido mal», señala la doctora. «Despertarse con sensación de cansancio, irritabilidad, dificultad para concentrarse, olvidos frecuentes o sensación de “mente nublada”, así como los cambios en el apetito o en el estado de ánimo».
Para mejorar la calidad del sueño, la experta de VIU propone hacer cambios culturales que revaloricen el descanso como parte esencial de la productividad. Entre algunos de los consejos que brinda están el mantener horarios regulares del sueño, reducir el uso de pantallas antes de dormir, cuidar la temperatura y la oscuridad de la habitación y no tomar estimulantes como el café pocas horas antes de dormir.
También recomienda realizar actividades relajantes como leer o hacer respiración consciente, para preparar el cuerpo y la mente para el reposo.
Como detalla la Dra. María José García, un cerebro descansado piensa con más claridad y es capaz de gestionar mejor el estrés, algo que es clave en los tiempos actuales. Además, se contribuye a la creatividad, la regulación emocional y la toma de decisiones estratégicas.
«Quienes aprenden a desconectar no son menos productivos, sino más sostenibles, pues logran mantener su rendimiento sin pagar el precio del agotamiento», concluye.




