La ciudad de Leticia enfrenta una crisis ambiental y social sin precedentes: el río Amazonas, el más caudaloso del planeta, está modificando su curso y podría dejar de fluir frente al territorio colombiano en los próximos años.
Durante décadas, el caudal que llegaba a los brazos colombianos se ha ido reduciendo drásticamente. En los años noventa, cerca del 30 % del flujo llegaba a Leticia; hoy apenas alcanza el 19 %. Esto significa que los canales por los que el río abastecía a la ciudad se están sedimentando y, en épocas de sequía, corren el riesgo de secarse por completo.
Una frontera viva en transformación
El fenómeno está asociado a la acumulación de sedimentos, la erosión que favorece el lado peruano y la aparición de nuevas islas que desvían el cauce. La falta de obras hidráulicas como dragados y espolones sumergidos ha acelerado el proceso, dejando a Leticia cada vez más desconectada de la arteria fluvial que le da vida.
De continuar esta tendencia, los modelos proyectan que para 2030 el río podría desaparecer de manera permanente en la franja colombiana durante varios meses al año, dejando al puerto amazónico sin conexión directa con el Amazonas.
Consecuencias para la región
La pérdida del acceso al río tendría impactos profundos:
- Económicos, por la afectación al transporte, el comercio y el turismo.
- Ambientales, con riesgo de deterioro en lagos y humedales que dependen del Amazonas.
- Culturales y sociales, ya que las comunidades indígenas y ribereñas verían amenazada su forma de vida.
- Geopolíticos, por los cambios en las islas y el cauce en la frontera con Perú y Brasil.
Un llamado urgente
Expertos advierten que aún es posible actuar para frenar este escenario, con intervenciones técnicas que garanticen el flujo hacia los canales colombianos y con cooperación binacional en la gestión del río.
Mientras tanto, Leticia observa con preocupación cómo el Amazonas, su principal fuente de vida, se aleja lentamente y amenaza con desaparecer de su paisaje cotidiano.
