Boyacá es un departamento que guarda tesoros arquitectónicos y culturales más allá de los destinos tradicionales como Villa de Leyva. En esta ocasión, otro municipio se ha robado la atención de turistas y viajeros gracias a su estilo colonial, sus calles empedradas y los balcones adornados con flores, que convierten cada recorrido en una experiencia única.
Un encanto colonial en el corazón de Boyacá
Este pueblo boyacense conserva la esencia de la época colonial, con casas de paredes blancas, techos de teja y balcones de madera que se llenan de color gracias a las flores que cuelgan en cada esquina. Caminar por sus calles es como viajar en el tiempo, disfrutando de una atmósfera tranquila y acogedora que invita a la contemplación y al descanso.
Calles empedradas y tradición viva
Las calles empedradas son uno de los mayores atractivos del municipio. Cada piedra cuenta una historia y refleja la tradición de generaciones que han mantenido viva la identidad boyacense. Los visitantes pueden recorrer la plaza principal, admirar las fachadas coloniales y descubrir rincones llenos de historia y cultura.
Balcones floridos: símbolo de hospitalidad
Los balcones adornados con flores son el sello distintivo del pueblo. Geranios, claveles y otras especies típicas llenan de color las casas, creando un paisaje pintoresco que enamora a quienes llegan. Este detalle refleja la hospitalidad de sus habitantes y el orgullo por mantener viva la tradición estética de la región.
Turismo cultural y gastronómico
Además de su belleza arquitectónica, el municipio ofrece experiencias culturales y gastronómicas. Los visitantes pueden disfrutar de:
- Platos típicos boyacenses como la mazamorra chiquita, el mute y las arepas de maíz pelao.
- Artesanías locales, elaboradas en madera, cerámica y tejidos.
- Festividades religiosas y culturales, que muestran la identidad y el folclor de la comunidad.
Todo esto convierte al pueblo en un destino ideal para quienes buscan turismo cultural y descanso en medio de la tradición.


