El plan de EE.UU. para que se volviera a emitir la telenovela venezolana «Kassandra» en Bosnia ante el temor de que estallara de nuevo la guerra

Cuando en octubre de 1992 el canal venezolano RCTV estrenó en sus tardes la telenovela "Kassandra", el éxito fue inmediato.
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La historia de una joven que había sido intercambiada cuando era bebé y entregada a una familia gitana pobre y nómada que vivía en un circo, que a los 18 años regresa a su pueblo natal, donde vive su familia original millonaria, y descubre su verdadera historia, cautivó a los venezolanos con sus 150 capítulos.

Era la tercera vez que esta historia escrita por la cubana Delia Fiallo, la «madre de la telenovela latinoamericana» y creadora de éxitos como «Cristal» y «Esmeralda», llegaba a la pantalla chica venezolana.

Esta joven, que había sido Gisela -interpretada por Rebeca González- en la versión original de 1973 llamada «Peregrina», y que luego fuera Raiza (Catherine Fulop) en «La muchacha del circo» de 1988, volvió bajo el nombre de Kassandra interpretada por Coraima Torres.

«En ese momento no tenía la sensación de que mi vida iba a cambiar. Tenía 17 años. De hecho, viajé con mi hermana para conocer a la escritora porque era menor de edad. Fue un gran desafío. Quería demostrar mi valía cuando me dijo que el papel era mío. Tenía una sensación de miedo y de posibilidad», le contó Torres al programa de radio Witness History de la BBC.

Tanto que la telenovela empezó a exportarse a otros países de habla hispana y luego trascendió la barrera del mundo latino para llegar a más de 100 países.

Era la década de 1990 y la moda de las telenovelas llegaba a todo el mundo.

Aquellas melodramáticas ficciones latinoamericanas, con sus exageradas historias de amor, desamor y el sueño de pasar de la pobreza a la riqueza, fueron un fenómeno global.

Antonio Páez era el vicepresidente ejecutivo de Coral Pictures, subsidiaria de RCTV en Caracas y Miami, y distribuidora mundial de sus telenovelas.

«Todas las novelas de esa época eran muy populares y, de hecho, abrí varios mercados como el chino o el ruso. Después las novelas fueron muy populares, por ejemplo, en Israel. Éramos populares en todo el mundo», le dijo Páez a la BBC.

«Y supimos que había grupos que viajaban a las fronteras de los países donde teníamos licencia del producto solo para escuchar o saber cuál era la historia, o para poder colarse allí y ver algunos episodios», dijo el exejecutivo de Coral Pictures.

«Kassandra» se vendió a países como Estados Unidos, Rumanía, Grecia, Italia o Rusia y, también, a los integrantes de la antigua Yugoslavia.

En 1997, «Kassandra» tenía en vilo a los habitantes de la República Srpska, la entidad que junto con la Federación de Bosnia y Herzegovina conforma el país europeo de Bosnia y Herzegovina.

Esa región venía de años de guerra y convulsiones en lo político y social, y el conflicto todavía no estaba resuelto.

«Fue una época muy tumultuosa y, de hecho, descubrí que esta novela paralizaba toda esa zona«, relató Páez.

«Independientemente de lo que la gente estuviera viviendo, al menos por una hora podían desconectarse de la dura, cruel y sangrienta realidad que estaban viviendo para sumergirse en la historia de amor de Kassandra», afirmó por su parte la protagonista de la telenovela.

La guerra de Bosnia

Entre 1991 y 1992 Yugoslavia se desintegró y en ese territorio quedaron cinco países: Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia y la República Federal de Yugoslavia (que hoy son Montenegro, Serbia y el estado parcialmente reconocido como independiente de Kosovo).

Pero en 1992 se desató una guerra interna en Bosnia y Herzegovina, un territorio habitado por tres etnias -bosnios musulmanes, croatas y serbios- que finalizó en diciembre de 1995 con la intervención de Estados Unidos, la OTAN, y la firma de los Acuerdos de Dayton.

Una frágil paz se mantenía después de que terminara la brutal guerra, y para 1997 facciones políticas rivales en República Srpska -las comandadas por el presidente serbobosnio desde 1992 hasta mediados de 1996, Radovan Karadžić, y las de la presidenta que lo sucedió, Biljana Plavšić– amenazaban la estabilidad.

La capital de facto de República Srpska se había establecido en Bania Luka, la segunda mayor ciudad de Bosnia y Herzegovina, mientras que Karadžić tenía su bastión en Pale, cerca de Sarajevo.


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