La Alta Guajira es considerado uno de los territorios colombiano con mayor índice de pobreza extrema y donde sus habitantes deben someterse a cualquier situación con tal de conseguir agua y comida para sobrevivir. Los niños y niñas de la etnia wayuu hacen lo propio en un territorio con un paisaje natural único al implementar especies de peajes humanos en los que exigen a los conductores agua y comida a cambio de dejarlos seguir su camino a través del desierto.
Las condiciones desfavorables a las que se someten los niños wayuu en las carreteras de la Alta Guajira es un reflejo del poco interés que han demostrado los gobiernos para atender las necesidades de esta población. Siendo un territorio estratégico para la nación, es inaceptable el abandono por parte del Estado del que han sido víctima decenas de familias, muchas de las cuales deben enfrentar difíciles pruebas para subsistir.
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Niños wayuu en pobreza extrema
De hecho, la Guajira es uno de los departamentos más deprimidos de Colombia y uno en registrar las peores tasas de desnutrición infantil. «La desnutrición de niños menores de cinco años es un flagelo que no deberíamos estar todavía reportando en el país. La Guajira y el Chocó han mantenido unos rezagos históricos «, aseguró la directora del DANE, Piedad Urdiñola.
Pero las lamentaciones de las autoridades no sirven de nada, si no hay acción de su parte para reducir el índice de mal nutrición infantil en la zona y para evitar que los niños sigan exponiéndose a los peligros de los peajes humanos a los que a diario se ven obligados a asistir para llevar un poco de alimento a sus hogares.
Los reportes
De hecho, existen reportes de un número importante de niños que dejan de asistir a los colegios para acudir a las carreteras, lo que también llena de preocupación a diferentes sectores sociales de la Alta Guajira. Desde los colegios, han hecho lo que está a su alcance para evitar que los pequeños wayuu acudan a los peajes donde corren cualquier clase de peligros.
Entonces, el llamado es a los entes de gobierno para que actúen de manera diligente para proteger a una comunidad desasistida, en la que impera el hambre y la inseguridad, y en donde las principales víctimas de la desatención son justamente los niños, quienes, al parecer, no ven ninguna esperanza de un futuro mejor si nadie hace nada por ellos.




