El papa Francisco, de 88 años, atraviesa un estado crítico de salud y no podrá presidir la misa del próximo domingo 23 de febrero. Según el último informe del Vaticano, las complicaciones derivadas de una neumonía bilateral agravaron su cuadro médico y obligaron a suministrarle oxígeno de alto flujo. Además, la disminución de plaquetas en su sangre (trombocitopenia) hizo necesarias varias transfusiones.
Durante la mañana, el Pontífice sufrió una crisis respiratoria asmática prolongada que empeoró su estado general. Aunque sus parámetros hemodinámicos se mantienen estables, el reporte vespertino señaló que siente más dolores que en la jornada anterior y que tampoco podrá pronunciar la oración del Ángelus.
El doctor Alejandro Videla, neumonólogo y expresidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR), explicó que el Papa padece enfermedades respiratorias obstructivas, como asma y bronquiectasias. Estas condiciones, combinadas con la neumonía, provocan inflamación, obstrucción bronquial, producción de moco y mayor dificultad para respirar. Según el especialista, la incapacidad para hablar que presentó el Pontífice es un signo de gravedad en estos cuadros.
Por su parte, la doctora Ana María Putruele, jefa de Neumonología del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), indicó que las bronquiectasias que sufre el Papa son consecuencia de infecciones respiratorias previas, especialmente de origen tuberculoso. Esta condición genera hiperreactividad bronquial, lo que se traduce en episodios recurrentes de asma y bronquitis.
