Investigadores del University of Washington y la Queen’s University Belfast han estimado que en los primeros años de operación el Vera C. Rubin Observatory podrá descubrir más de 5 millones de asteroides del cinturón principal y más de 127 000 objetos cercanos a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés), lo que representa un salto sin precedentes en la vigilancia del sistema solar. Dicho observatorio, ubicado en Chile, empleará una cámara de amplio campo que permitirá cartografiar el cielo nocturno con un nivel de detalle jamás logrado.
Más allá de la cifra, el proyecto tiene implicaciones estratégicas: mejora de la defensa planetaria (detección temprana de posibles impactos), avance de la astronomía de cuerpos menores, comprensión de la formación planetaria y sostenibilidad espacial. Los responsables del proyecto subrayan que veremos “el sistema solar en color”, con filtros ópticos capaces de caracterizar composición, tamaño y trayectoria de los objetos detectados.
Este despliegue tecnológico llega en un momento clave: con la creciente preocupación por los impactos de asteroides y la necesidad de catalogar cuerpos menores, la comunidad global ve en este observatorio una herramienta esencial.
“Nunca hemos tenido tantos ojos sobre el cielo de esta manera”, comenta uno de los científicos del proyecto.

