En el corazón de Santiago de Cali, la memoria de sus habitantes se mezcla con la pasión por la música, la cultura, el calzado y el deporte. El tradicional Barrio Obrero, reconocido por su historia y tradición, es hoy un patrimonio vivo de la ciudad que, al ritmo de salsa, se convierte en símbolo de caleñidad.
La fuerza comunitaria del barrio, esa solidaridad que mantiene unidos a sus habitantes, ha sido el motor para levantar estrategias de ciudad que aporten a la construcción de la identidad caleña. Claudia Patricia Sáenz, presidenta de la Junta de Acción Comunal y líder de la Ruta de la Salsa, lo resume así: “todo lo hemos hecho con las manos de todos”. Esa red de afecto es la esencia del Obrero: un barrio que no espera, actúa, construye y sueña en colectivo.
Claudia recuerda con orgullo que, en los años 50, el terreno donde hoy se encuentra la iglesia del barrio era un kiosco de baile. Los vecinos, junto a conductores de buses devotos de la Virgen del Carmen, transformaron ese espacio en lo que hoy se conoce como la parroquia Jesús Obrero.
“El primer acto de unión del barrio fue eso, construir la parroquia. La sede comunal también se hizo en esa misma dinámica, y todo ha sido así: unión de voluntades. Los cumpleaños del barrio son eso, unión de voluntades”, reiteró la presidenta de la Junta de Acción Comunal.
Con cariño, sus habitantes evocan los diciembres de antaño: verbenas en la calle 24 y la carrera 12, novenas llenas de alegría, juegos en el parque, manjar blanco hecho en comunidad. Aunque los años han traído cambios, la esencia permanece. El barrio Obrero sigue siendo familiar, cálido y solidario; un lugar donde aún se comparten sueños, se celebra la vida y se resiste con cultura.
Y es precisamente a través de la cultura, puntualmente la salsa, que el Obrero se ha dado a conocer como una gran pista de baile. La llegada de migrantes africanos transformó la dinámica del barrio hacia verbenas, aguae’lulos, fiestas de cuota; la cultura se tomó las esquinas con la presencia de músicos que mantenían viva esa pasión por el baile. La salsa pasó de la cotidianidad a convertirse en identidad del barrio.
Esta manifestación artística sigue viva gracias al esfuerzo y al sentido de pertenencia de su gente. Jaime Parra, dueño de La Matraca, destaca el importante momento que vive el barrio: “van a lucir el barrio, eso es muy bueno para nosotros. Nos conviene mucho porque vamos a tener más turistas que vengan a conocernos”.

Por su parte, Leyda Santa Riascos, directora cultural de La Matraca, celebró el momento histórico que vive el sector. “Esto es importantísimo para el barrio, para nuestra ciudad. Nos lo merecemos”, afirmó.
En el marco de la celebración de los 106 años de fundación del Obrero, el barrio recibe una nueva transformación. La administración del alcalde Alejandro Eder iniciará la fase I del proyecto de intervención urbana, cultural y social del centro de Cali, denominado Complejo Musical y Dancístico del Obrero, una apuesta que busca recuperar la calidad del espacio público y fortalecer la identidad cultural del sector.




