El lago Hillier, en Australia Occidental, tiene un color rosa brillante que parece editado con Photoshop. Sin embargo, su tono es completamente natural.
La causa principal es un microorganismo llamado Dunaliella salina , una microalga que produce carotenoides —los mismos pigmentos que dan color a las zanahorias— para protegerse de la alta salinidad.
Otro grupo de bacterias halófilas también contribuye al tono rosado, creando un ecosistema único.
Lo curioso es que el agua mantiene el color incluso si la sacas en un frasco. No cambia, no se aclara y no es tóxico. Simplemente es un lago profundamente salado con una colonia de microorganismos que tiñen todo de rosa.
El lago se volvió famoso porque desde el aire parece una enorme paleta rosada bordeada por bosque verde y océano azul, un contraste que parece diseñado por un artista digital.
A pesar de su popularidad visual, el sitio está protegido y tiene acceso limitado para evitar alterar su equilibrio natural.



