El lago Baikal, en Siberia, es famoso por generar formaciones de hielo que parecen obra de un escultor extraterrestre.
Cuando las temperaturas bajan de –30 °C y el viento sopla fuerte, se producen “olas congeladas”: crestas transparentes, inmóviles, como si el tiempo se hubiera detenido justo en medio del movimiento.
El agua del Baikal es tan pura que el hielo se vuelve casi cristalino. Esto permite ver rocas, burbujas y fracturas internas como si fueran vitrales naturales.
Durante el invierno, fotógrafos de todo el mundo viajan al lugar para capturar el fenómeno. Algunas crestas alcanzan más de dos metros de alto y parecen piezas de vidrio quebrado.
El hielo también “canta”: al expandirse, emite sonidos agudos y graves que se asemejan a disparos láser.
Es un recordatorio de que la física, cuando se pone creativa, genera escenarios que parecen salidos de un videojuego.




