el grabador francés Claude Mellan dejó al mundo atónito con una obra que parecía imposible

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En 1649, el grabador francés Claude Mellan dejó al mundo atónito con una obra que parecía imposible: un retrato completo creado a partir de una sola línea continua.La imagen, conocida como “El Santo Rostro”, comienza en la punta de la nariz y se despliega en una espiral perfecta que nunca se interrumpe ni se cruza consigo misma.Con un dominio extraordinario del buril, Mellan logró variar el grosor del trazo para generar sombras, volumen y profundidad, transformando una simple línea que gira sin descanso en un rostro detallado de Cristo.Aquel experimento técnico, lejos de ser un simple desafío artístico, se convirtió en una de las proezas más admiradas del grabado barroco.


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