El drama del sueño americano, condenados en la selva

Ante esta tragedia, Estados Unidos ha decidido intervenir, ofreciendo recompensas de hasta 8 millones de dólares por información que conduzca a la captura de los miembros del Clan del Golfo responsables del tráfico de migrantes. Esta medida es parte de un esfuerzo más amplio para desmantelar las redes criminales que explotan a los viajeros vulnerables y poner fin a esta crisis.
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El tapón del Darién, una selva intrincada y hostil que marca la frontera entre Colombia y Panamá. El drama del sueño americano se ha convertido en escenario de una tragedia humanitaria desgarradora. Miles de migrantes, procedentes principalmente del Sudeste asiático, África, Cuba, Venezuela y Haití, se congregan en los municipios colombianos de Turbo y Necoclí. Esperando ansiosamente su oportunidad para atravesar el Golfo de Urabá hacia Capurganá, en Acandí, Chocó. Desde allí, se enfrentan a una decisión angustiante: enfrentar los peligros de la selva del Darién o arriesgarse en una peligrosa travesía marítima hacia algún pueblo de Panamá.

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Peligros mortales

La ruta a través del Darién es una odisea llena de peligros mortales. El clima extremo y la topografía implacable son solo el comienzo de sus problemas. Las bandas de piratas, aprovechando la vulnerabilidad de los migrantes, los asaltan, los extorsionan y, en los casos más horribles, los someten a agresiones sexuales.
Ante esta tragedia, Estados Unidos ha decidido intervenir, ofreciendo recompensas de hasta 8 millones de dólares por información que conduzca a la captura de los miembros del Clan del Golfo responsables del tráfico de migrantes en el Darién. Esta medida es parte de un esfuerzo más amplio para desmantelar las redes criminales que explotan a los migrantes vulnerables y poner fin a esta crisis humanitaria.

Sin embargo, la retórica política en Panamá, liderada por figuras como José Raúl Mulino, que abogan por el cierre de la frontera del Darién. Parece ignorar la complejidad y el sufrimiento detrás de esta crisis. Si bien es comprensible buscar soluciones a los problemas de seguridad y migración, cerrar el Darién no es la respuesta adecuada.
Es fundamental que Panamá y Colombia aborden esta crisis con empatía y solidaridad. Trabajando en conjunto para proteger y apoyar a los migrantes que atraviesan el Darién.

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El enfoque debe ser en combatir las redes criminales y garantizar rutas seguras y legales para aquellos que buscan un futuro mejor.
La indiferencia no es una opción. La comunidad internacional, los gobiernos y la sociedad civil deben unirse en solidaridad con los migrantes y tomar medidas concretas para poner fin a esta tragedia humana en el Darién. Es hora de que el sufrimiento de estos migrantes no pase desapercibido y se les brinde la protección y el apoyo que merecen en su viaje hacia una vida mejor.

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