En el tramo de la vía que conecta Ríohacha con Santa Marta, el gestor artístico Jair Martínez Escorcia murió atropellado mientras auxiliaba a accidentados; la noticia sacude tanto al mundo del vallenato como a la conciencia ciudadana sobre la vulnerabilidad en carreteras y el valor del acto de ayuda.
La tragedia se enlaza con múltiples dimensiones: la de un hombre que asumió el rol de auxiliador, la de las condiciones de seguridad vial en regiones apartadas, y la de un arte musical que pierde a un gestor clave. Además, el hecho plantea otra pregunta silente: ¿cuántos actores de la cultura y la música operan con los mismos niveles de riesgo que los ciudadanos comunes? La muerte de Jair Martínez no sólo enluta a una comunidad artística sino que visibiliza el valor de quienes trabajan detrás del escenario, muchas veces sin redes de protección adecuadas.
