El desconocimiento es el arma del Poder.

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Autora: Liz Junco

A lo largo de la historia, se ha demostrado que el desconocimiento es una herramienta eficaz para controlar a las personas. En muchos regímenes, y también en democracias consolidadas, los líderes políticos saben que una población que no conoce sus derechos es más fácil de manejar. Hoy, aunque la información está al alcance de un clic, muchas personas desconocen las leyes que los protegen y los derechos que tienen. Esto beneficia a quienes ostentan el poder. El hecho de que muchas personas no conozcan sus derechos no es casual. La educación cívica, que debería enseñar a las personas a comprender cómo funcionan las instituciones y cuáles son sus derechos y responsabilidades, suele ser relegada. Sin esta formación, se limita la capacidad de las personas para cuestionar las injusticias y se facilita la corrupción y el abuso de poder.
Desde la filosofía, podemos entender este problema con ideas de pensadores como John Rawls y Karl Marx. Rawls hablaba del «velo de la ignorancia», una manera de pensar en la justicia desde la imparcialidad. Pero, en nuestras sociedades, el velo que existe no es imparcial, sino uno que impone ignorancia para beneficiar a ciertos grupos. Por su parte, Marx explicó cómo el sistema puede alejar a las personas de su realidad, creando una desconexión que también ocurre en la política. Esto impide que los ciudadanos participen plenamente y exijan cuentas a quienes están en el poder.
Cuando las personas no conocen sus derechos, es más fácil que acepten situaciones injustas como normales. Además, la ignorancia debilita los movimientos sociales, ya que un pueblo desinformado no tiene las herramientas necesarias para organizarse y pedir cambios. Esto les conviene a los políticos que quieren mantenerse en el poder sin ser cuestionados.
Es importante entender que la falta de conocimiento sobre los derechos no afecta solo a las personas de manera individual, sino a toda la sociedad, una población informada es clave para una democracia saludable, porque puede exigir transparencia, justicia y equidad. Por eso, la educación en derechos humanos y civismo debería ser una prioridad para cualquier país que quiera ser verdaderamente justo.
En consiguiente, la ignorancia de los derechos no es un accidente, sino una estrategia que beneficia a quienes prefieren ciudadanos obedientes en lugar de críticos.


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